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sábado, 16 de abril de 2016

Pago a las amas de casa

Por Jorge Zambrano González
 
 Hace aproximadamente 12 años, en una asamblea general de la sección 24, Querétaro, propuse para la revisión contractual de ese año que se añadiera la “clausula conyugal”. Se trataba de que la empresa reconociera el trabajo que las amas de casa (o amos de casa) invierten para que los empleados de Telmex puedan laborar, es decir comprar el mandado, hacer la comida, mantener limpia la casa, surtir el gas, atenderlos en la enfermedad, etc. Tal reconocimiento significaba que la empresa pagaría 50% del sueldo a quien se acreditara como cónyuge de un trabajador telefonista, aparte de pagarle al empleado su sueldo completo.
A pesar de la oposición machista de muchos miembros de la sección que temían perder dominio sobre su consorte, la propuesta fue aprobada y se le encargó al entonces delegado a la revisión proponerla al pleno de delegados. Pero nuestro delegado aprovechó la oportunidad para convertirse en sempiterno funcionario de la Caja de Telefonistas dejando de lado el acuerdo de asamblea y así la propuesta quedó guardada en el archivo muerto; sin embargo el tema sigue ahí.
   ¿Es necesario pagar el esfuerzo que las amas de casa hacen por mantener en buenas condiciones a los activos de la economía (es decir a los trabajadores)? ¿Cómo se contabiliza ese innegable esfuerzo dentro de las relaciones de producción? Hace ya varios años que el tema suscita diferencias entre distintas instituciones y corrientes tanto de feministas como de economistas.  Desde luego, el hecho de que las cónyuges (o en su caso los cónyuges) tengan acceso a una fuente propia de ingreso les da alguna libertad de gasto y poder de negociación en las relaciones maritales; eso alega una parte. En la esquina de enfrente, otra corriente destaca que no se trata de acentuar las relaciones individuales con el régimen e impulsar la competencia en el núcleo familiar sino de tomar a la familia en sí como una unidad que pone en común los recursos, las actividades, las relaciones, la calidad de vida por encima del dinero y su tendencia a lo superfluo. Esta corriente llama a desbaratar los esquemas enfrentados de Producción-mercado-salario-acto público (ciclo de los trabajadores) contra Reproducción-sostén de la familia-trabajo sin paga-actividad privada (ciclo de las amas de casa).
   El peor sistema es el que prevalece de simplemente ignorar la aportación que hacen los trabajos de cuidado (o sea, de las amas de casa). No podemos seguir desatendiendo éste tema como si la esclavitud (el trabajo no valorado) fuera normal. Por lo menos demos seguimiento a los especialistas que discuten el problema, pero si es posible, aportemos nuestras propias ideas.'

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