Por Jorge Zambrano
González
Ahora que estamos inmersos en un nuevo
proceso para trasculcar los estatutos, no está de más recordar lo que pasó hace
nueve años cuando nuestra dirigencia estimó conveniente adecuar nuestras reglas
internas a su conveniencia.
A diferencia de esta ocasión, en 2007 con una
oposición más vigilante y una base menos golpeada con tanto castigo, se decidió
cubrir las formas y lanzar una convocatoria para hacer propuestas de reformas
por parte de quien quisiera hacerlas. En éste tenor varios grupos y compañeros
en lo particular hicimos llegar múltiples opiniones al respecto.
Vino una primera convención que se supone conoció las propuestas, las
resumió y votó para mandar el resultado a ratificarse en cada delegación y
sección del sindicato. Por supuesto, todas
las aportaciones que no emanaron del CEN fueron desechadas y sólo llegaron
para su ratificación las propuestas del grupo que dirige al STRM, entre las que
encontramos la permisividad de reelegirse hasta por una ocasión en los puestos
ejecutivos, la extensión del periodo de ejercicio del poder, la creación de una
cartera sindical, la de secretario general adjunto que a la postre resultó
inútil, y el cobro de cuota sindical a los jubilados aún cuando sus derechos
son limitados, entre otros de menor impacto.
La mayoría de estos cambios atentan descaradamente contra la democracia
porque restan poder a la base sindical añadiéndolo a los órganos de
representación. Particularmente grave es el reconocimiento implícito de la
falta de trabajo en el sindicato por resguardar la materia de trabajo, no
digamos ampliarla, al cobrarle cuota a los jubilados; ello sólo demuestra que
el sindicato pierde bases para obtener cuotas al frenarse las contrataciones y
tiene que echar mano de sus miembros no activos para que no decaigan sus
finanzas, en vez de procurar una base activa más amplia.
Con todo, tras la deliberación de la convención se dio un proceso de dar
a conocer y aprobar el resultado entre las secciones de forma muy acelerada y
desaseada. Por ejemplo, se llevaban las boletas a los lugares de trabajo y no a
asambleas, o bien se entregaban boletas a quien lo pidiera sin llevar un
control. Con el resultado se dio fin a la convención con apenas un poco más del
66% de votos de aceptación necesario para hacer el cambio. Sin embargo, la
redacción final no gustó a los jerarcas y convocaron a una nueva convención
para hacer las rectificaciones que el Secretario General y sus asesores
estimaron necesarias, esta vez sin consultar con la base.
Todo este comportamiento anti democrático y
contrario a los estatutos fue denunciado ante el Comité de Vigilancia por
varios compañeros. Sin embargo, esta queja fue guardada de inmediato en el
archivo muerto.
Eran otros tiempos y esta afrenta movilizó a compañeros de varios
departamentos de la sección metro quienes hicieron contacto con compañeros de
varias secciones foráneas: Monterrey, Guadalajara, Puebla, Hermosillo, quienes
a su vez fuero contactado a más compas de otras secciones: Coatzacoalcos,
Mérida, Querétaro, Lagos de Moreno, Toluca, Celaya y algunas más. Con esta
inconformidad logramos armar un formidable movimiento que bautizamos como la
Red Nacional de Telefonistas, que haría frente al atropello que habíamos
sufrido.
Mas no hubo final feliz. En el transcurso del movimiento hubo divisiones
y desviación de objetivos. Con el inicio de castigos por parte de la estructura
sindical para quienes participamos en esta intentona, comenzaron las
deserciones y la gran fuerza que se juntó se fue diluyendo hasta quedar en unos
pocos reductos que hasta la fecha nos obstinamos en hacer prevalecer el
espíritu de los estatutos.
Hoy nuevamente estamos al borde de un nuevo maquillaje a nuestras
normas, pero hoy no hay el teatro de preguntar qué cambios queremos que se
hagan, sino que sólo habrá una convención de delegados bien portados que habrá
de aprobar lo que la estructura les dicte.
No podemos esperar que un
cambio a las normas estatutarias propuesto por el grupo político en el poder conduzca
a reglas más transparentes y mejor vida sindical. Si esto es lo que deseamos,
será necesario impulsarlo desde las especialidades. De otra forma, el CEN
seguirá aprovechando la indiferencia como base de su control autoritario. '
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