La decisión de jubilarse es personalísima. Así
lo manifiesta un manual que hace algunos años, la empresa daba a sus empleados
de recursos humanos. La Ley Federal de Trabajo lo respalda. No es para menos.
Retirarse del trabajo cotidiano no puede ser otra cosa que una decisión de cada
uno. Cada quien sabe qué planes tiene para su vejez, si tiene proyectos
productivos o de auxilio familiar o simplemente de descanso; si ya sufre con la
rutina diaria, si le pesa cada vez más la tensión laboral o tener que enfrentarse
diariamente al tráfico de las horas pico, a los gritos del jefe o a los
insistentes y reclamos de los representantes sindicales.
En esa
óptica no caben los acuerdos de convención ni los arreglos del secretario general con la
patronal. No son custodios de nuestra vida en la tercera edad sino sólo de
nuestras actividades laborales. Cuando uno ya cumplió con la empresa, la
empresa tiene que cumplir con uno. No hay de otra.
La preocupación del Comité Ejecutivo del sindicato por la creciente
disminución de agremiados tiene más de una solución. Mantener por más tiempo a
los que ya estamos laborando es la más cobarde porque implica amedrentar con
castigos mafiosos a quienes no la comparten, mientras que desdeña las otras
opciones más benéficas al sindicato y en general a la clase obrera. Estas
propuestas serían ensanchar la base con nuevos miembros haciendo más poderoso
al sindicato y permitiendo que más personas gocen de unas condiciones laborales
por arriba de la mayoría de los trabajadores. Otras pasarían por recuperar el
trabajo que realizan los terceros. Así el personal que labora en Radio Móvil
Dipsa (Telcel), Red Uno (Uninet), Tecmarketing, FYCSA, distintas empresas
cableras y de atención a quejas, pasarían a ser personal de Telmex y de nuestro
Contrato Colectivo, así como los de Limsa pasarían a ser de CTBR con su
contrato.
Si ya tienes planes de jubilación, no dejes que te los alteren. Acude tu
mismo a dejar tu solicitud a la empresa. La ley te protege. ¿Quién dijo miedo? '
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