Miguel
Ángel Lara Sánchez
Presentación
El
presente material resume las principales transformaciones que en la actualidad
recaen sobre los trabajadores telefonistas, es decir, sobre su persona, su modo
de trabajo, el entorno laboral en que descansa su actividad y que le afecta
directamente, así como la relación que guarda con los mecanismos de trabajo y
los nuevos tipos de mercancías y servicios, demandas todas ellas del proceso de
automatización que se apoya en la microelectrónica, la computación y los
sistemas digitales en la telefonía.
Los resultados expuestos en el presente folleto son fruto de una investigación sobre las nuevas tecnologías en Teléfonos de México, S.A. de C.V., que se hiciera a fines de los años ochenta del siglo anterior y coaadyuvaron a la fijación de la táctica de los telefonistas ante la revolución de su proceso laboral.
Los resultados expuestos en el presente folleto son fruto de una investigación sobre las nuevas tecnologías en Teléfonos de México, S.A. de C.V., que se hiciera a fines de los años ochenta del siglo anterior y coaadyuvaron a la fijación de la táctica de los telefonistas ante la revolución de su proceso laboral.
En
esta ocasión exponemos a ustedes un resumen general de lo relativo a las
consecuencias de la nueva tecnología sobre los telefonistas y posteriormente
publicaremos por separado los grados de afectación en cada sector: operadoras,
técnicos, administrativos y trabajadores de redes.
Considerada
en su conjunto, la telefonía presenta en la actualidad un alto grado de
automatización. Hace más de 70 años que dejó de regirse bajo formas de trabajo
típicamente manuales y de entonces a la fecha su historia es la historia del
desplazamiento gradual de la mano de obra de cada uno de los actos productivos
por los mecanismos mecánicos, electromecánicos, y ahora digitales y
computarizados.
Siendo
el proceso de conmutación el núcleo principal del sistema telefónico, es aquí
donde con mayor intensidad se presenta la maquinización del sistema.[1] En
torno a él giran los restantes segmentos del proceso de trabajo en la telefonía
como procesos accesorios y complementarios tales como el tendido de líneas,
instalación de postes, equipos de medición, de pruebas, mantenimiento de
aparatos telefónicos, etc., así como los variados procesos administrativos,
contables y comerciales.
Por
tanto, donde la automatización ha alcanzado su mayor desarrollo, es donde se
manifiestan más acusadamente sus efectos sobre los trabajadores. En los
procesos laborales complementarios de otros departamentos se asocian tanto las
consecuencias de la maquinización como
las penurias de las formas manuales de trabajo, las semiautomatizadas y las
regidas bajo sistemas de racionalización extrema del trabajo. sin embargo, en
la actualidad son pocos los procesos laborales parciales que son completamente
ajenos a los efectos de la actual fase de la automatización basada en la
microelectrónica y la computación, por lo que las consideraciones expuestas en
los siguientes apartados tienen un rango general de incidencia.
CAPÍTULO I MODIFICACIONES TÉCNICAS DERIVADAS DEL
PROCESO ACTUAL DE AUTOMATIZACIÓN
1.-
Simplificación y descalificación del trabajo
Al
aparecer los primeros sistemas automáticos de conmutación en la segunda década
del presente siglo en México, la operadora fue radicalmente desplazada de las
funciones de conexión y desconexión de los circuitos de los conmutadores
manuales. El mecanismo automático ahora se agenciaba de los cordones y clavijas
que operaba la telefonista y era él quien a través de sus engranes, flechas y
registros accionaba tales instrumentos para permutar los impulsos electrónicos.
Las operadoras fueron reacomodadas en otras actividades o trasladadas a
localidades donde aún perduraba la conmutación manual, no sin presentar una
fuerte resistencia ante las condiciones leoninas de su expulsión del proceso de
conmutación.
Con
los conmutadores automáticos surgió la central y con ella un pequeño número de
técnicos que instalaban y le daban mantenimiento a los equipos, localizaban las
fallas, las arreglaban y ajustaban en sus partes componentes para lograr la
mayor calidad en la conducción de la voz y menor desgaste de sus elementos.
Ahora la mano de obra es situada como un factor de trabajo accesorio y
subordinado al mecanismo automático de conmutación, aunque conservando una
pericia casi artesanal para conservar la máquina a punto. Los progresos
ulteriores de los equipos automáticos durante más de 60 años han acabado de
forma gradual esa pericia y habilidad de los técnicos; paso a paso han reducido
su importancia en este segmento de la telefonía, tanto numérica como
cualitativamente al simplificar su trabajo y descalificarlo.
Lo
mismo aconteció con los técnicos de la conmutación privada, con los que
atienden los equipos de larga distancia, con los del sector de Líneas al
aparecer la transmisión por microondas en los años sesenta, con los oficinistas
de Finanzas y Captación de Datos al mecanizarse la actividad, en fin, como
todos aquellos sectores de telefonistas donde el maquinismo ha ocupado el papel
principal en la ejecución del trabajo. La fusión de la microelectrónica con la
computación perfeccionó el control automatizado del mismo acto productivo y
llevó hasta sus últimas consecuencias el proceso de simplificación del trabajo.
ocurre una eliminación casi completa del virtuosismo de los técnicos y su lugar
lo ocupa el trabajo indiferenciado, simple, carente de toda especialización.
Ejemplo de esto lo constituye el trabajo de mantenimiento de los técnicos del
proceso de conmutación (Centrales Automáticas y Conmutadores) que con los
equipos digitales se limita al mero cambio de tarjetas, es decir, de las
unidades dañadas por otras, eliminándose la pericia para el ajuste de las
partes movibles de los equipos electromecánicos; igualmente desaparece la
búsqueda de las fallas, pues loso propios controles miniaturizados indican al
trabajador la unidad dañada; desaparece el conocimiento técnico suficiente para
la interpretación del lenguaje de la máquina a fin de localizar las fallas, así
como la habilidad y creatividad para su corrección y mantenimiento general,
posibilitándose que un obrero con un reducido grado de calificación pudiera
ejecutar el llamado mantenimiento con los equipos actuales, guiado por estos
últimos.
En
otros sectores de la telefonía, aunque no encontramos el mismo grado de
automatización anterior, sí se manifiestan estas transformaciones. Con las
nuevas mesas de operadora para las llamadas de larga distancia con intervención
del Departamento de Tráfico, los cordones, clavijas, llaves, teleboletas y
otros instrumentos de trabajo de la operadora comienzan a ser absorbidos por
tales mecanismos. Con la introducción de los sistemas de cómputo y sus
respectivas terminales de captura y consulta de datos, en el departamento de 05
se eliminarán las tarjetas de abonado, la elaboración manual de estadísticas de
dilación, el uso de numeroso material de papelería, por citar las actividades
más conocidas de todo telefonista, encontrando una simplificación extrema del
trabajo de los telefonistas de este departamento. Fenómeno similar se presenta
con la computación en la oficina, que en su desarrollo elimina hasta el uso de
la máquina de escribir por los procesadores de palabra e inclusive el papel
como vehículo de información y conducción de datos.
Si
el primer proceso de automatización desplazó a las operadoras de las funciones
de conmutación entre los años veinte y treinta del siglo XX, ahora los equipos
digitales y computarizados tienden a desplazar a los técnicos de las funciones
de mantenimiento al constreñirle al máximo dicha actividad. Igualmente, en
todos los lugares donde se introducen los sistemas computarizados no sólo
simplifican las funciones del telefonista, sino que hasta los desplazan. Así
pasó con el diagnóstico por computadora para los vehículos en el Departamento
de Automotriz, con la supervisión automática de la inyección de gas en los
ductos subterráneos y está ocurriendo en diversos departamentos
administrativos.
Simplificación
del trabajo, descalificación y expulsión del mismo por los actuales mecanismos
automáticos, todos ellos confluyen y se dan la mano para reducir el volumen de
personal ocupado en Teléfonos de México (Telmex). Son las causas de la
reducción del empleo por automatización del sistema en niveles mayores y
complejos, que no presenta la forma de expulsiones en masa, sino de
estancamiento en la contratación de personal de nuevo ingreso –o en el mejor de
los casos, de tasas muy reducidas- y reubicación del personal sobrante en otras
actividades.
2.-
Rompimiento gradual del obrero colectivo y de las formas cooperativas del
trabajo
Una
de las condiciones para la reproducción del capital en gran escala es el
carácter colectivo del acto productivo, la asociación de comunidades
diferenciadas de los trabajadores para la ejecución de los diversos procesos
parciales de trabajo. La industria telefónica presenta un alto grado de
colectivización del acto productivo; simplemente en Telmex se ha hablado de la
existencia de hasta 63 departamentos (de acuerdo a la división general), pero
al seno de cada uno de ellos existiendo un sinnúmero de divisiones y formas
cooperativas a lo largo de todo el sistema. Conforme se desarrolla la
maquinaria, se van rompiendo la gran variedad de trabajos específicos y
enlazados uno del otro, siendo absorbidos la mayoría de las veces por los
propios sistemas automáticos, cuando no disueltos definitivamente. Es el caso
del departamento de Tráfico, donde “El renacimiento de la antigua división del
trabajo entre las operadoras que atendían llamadas entrantes y otras que se
encargaban de las llamadas salientes ahora se nos presenta como la disociación
de los selectores por funciones[2].
En
la actualidad, al casi desaparecer el mantenimiento de los equipos de
conmutación se disocia el pequeño colectivo de técnicos. Se vuelve inoperante
la existencia de los técnicos del distribuidor, desaparecen los ajustadores y
limpiadores de equipo. En el departamento de Conmutadores Privados se borra la
diferencia entre los técnicos que dan mantenimiento preventivo y los que
realizan el correctivo, y conforme el mercado se nutra en su mayoría de
conmutadores privados digitales, ocurrirá una recomposición de este colectivo
de trabajadores para ajustarse a un trabajo más simplificado.
Ahí
donde las pantallas y la computación en la oficina han hecho acto presente, se
ha recompuesto la organización interna del trabajo y aunque no ocurren
suspensiones completas de categorías o departamentos de trabajo, esto es así
debido a la etapa de transición de una tecnología a otra en que nos
encontramos, conservando Telmex los procesos manuales paralelos a los sistemas
computarizados. Por tanto, el fenómeno más común que se presenta es la
reestructuración y/o rompimiento de las formas cooperativas de trabajo, la
apropiación por los nuevos equipos de la materia de trabajo y donde la
automatización es de mayor alcance, un rompimiento de la forma típica de
asociación colectiva de los telefonistas al seno de cada departamento que no se
presenta en forma súbita y radical, sino en forma gradual, conforme se expande
tal automatismo.
3.
El control del proceso productivo
En
aquellos procesos manuales de trabajo tales como los que se presentan en
algunos sectores administrativos o en los departamentos que atienden la red
exterior (Reparaciones, Instalaciones, Cables, etc.) el control que se ejerce
sobre el trabajo está a cargo de supervisores, personal de confianza,
auxiliares, rtc., es decir, de un cuerpo combinado de elementos humanos para la
supervisión. Una persona vigila, por tanto, la actividad de otra: la del
telefonista sindicalizado que realiza directamente el trabajo. Pero el control
no termina aquí. También se encarga de la operación global del acto productivo,
no sólo de su desempeño particular por trabajador, sino además, del total de
telefonistas de un sector particular (una gerencia, el conjunto de cuadrillas o
una sección de departamento, por ejemplo).
Pero
también el trabajador ejerce funciones de control: el que aplica en la ejecución de su propio trabajo. Dentro
de sus labores habituales, él organiza su tiempo productivo, decide qué tarea
hacer primero (la sucesión de sus movimientos), elige la forma que más convenga
al caso, los ratos de descanso, la forma misma de ese descanso –ya sea
caminando unos pasos o intercambiar unas frases con el compañero más cercano,
etc.-. Manos, pies y cerebro realizan una función coordinada a fin de ejecutar
el trabajo con la intensidad adecuada y calidad necesarias, de acuerdo a la
preparación y normas descritos por la empresa. Donde no hay injerencia alguna
de la maquinaria como elemento principal, es
el trabajador quien regula la intensidad del trabajo, su cadencia, la forma
particular de ejecución y los tiempos de reposo, en un estira y afloja constante
con el personal de confianza.
Pero
ahí donde la maquinaria o el equipo son la figura central del acto productivo,
la situación se invierte. Los trabajadores pasamos a depender de la cadencia y
velocidad de operación de los mecanismos. Tal es el caso de los técnicos de
Centrales, de Larga Distancia, de Conmutadores, Impresos, Secretaría General,
Facturación y muchos otros. En este caso, los propios mecanismos son los que
realizan el control sobre sus propios órganos y sobre la actividad productiva. En
las centrales electromecánicas es el registro el cerebro de los equipos de
conmutación; es él quien regula la marcha y los movimientos de los impulsos
eléctricos a fin de conducir la voz de un punto a otro. Al trabajador se le
relega meramente a las funciones de instalación, mantenimiento y ajuste de los
mismos. En los sectores administrativos, maquinaria como las copiadoras tienen
un alto grado de control sobre el proceso productivo. Bajo la forma manual, las
copias con papel carbón dependen de la
ejecución de la secretaria o del oficinista; en la forma automática, es la
copiadora quien realiza completamente el fotocopiado sin más intervención
humana que la opresión del botón que activa el mecanismo. Lo único que se
reserva al oficinista es el suministro de la materia prima: la tinta, el aceite
y las hojas.
Conforme
evoluciona la tecnología, se perfeccionan los elementos de control de la
maquinaria. Dicho perfeccionamiento se revela en una diversidad de las
funciones de control, que trae como resultado la especialización de un número
creciente de mecanismos que vigilan, controla, dirigen y organizan el sistema
de maquinaria en su conjunto. Así, en la conmutación telefónica los primeros
registros se complejizaron con el paso del tiempo hasta llegar a constituirse de
un sinnúmero de elementos y subpartes que perfeccionaron el control del
proceso: analizadores que identificaban si el número marcado procedía de un
aparato normal o de un conmutador privado, traductores, memorizadores,
mecanismo de mando, etc.
Con
la aplicación de los sistemas de cómputo
el control de la producción se perfeccionó aún más. Si con los mecanismos
electromecánicos el hombre ha sido (y es todavía) desplazado de la
transformación directa del objeto sobre el que recae el trabajo, de la
operación de los instrumentos de trabajo para reaparecer incorporados en la
maquinaria más potentes, veloces y eficaces[3],
con las computadoras ocurre la apropiación de las funciones cerebrales tanto
del trabajador como del personal que supervisa, dirige y organiza, es decir, el
personal de confianza[4]. Veamos más de cerca este proceso.
Con
la conmutación digital aparecen dos formas de control: En primer lugar, el que
centraliza el mando de todo el sistema. Tal es el caso del sistema S1290 y del
sistema central de cómputo de las instalaciones de Parque Vía, que controla la
información de departamentos como Finanzas, Registro de Líneas y otras
terminales existentes. Con la centralización del mando se logra la vigilancia
sobre el conjunto del acto productivo, la dirección, la organización y
supervisión del mismo. La segunda forma ha sido lograda con la invención del
microprocesador (que constituye la pequeña pero muy potente computadora) y
radica en el control de las partes del sistema, esto es, su redistribución
interna que completa las funciones de control y dirección. Centralización y
descentralización del mando, tal es la revolución operada gracias a la
aplicación de las microcomputadoras al proceso directamente productivo.
En
consecuencia, en la vigilancia y control sobre los mecanismos cada vez
interviene menos el personal de confianza. La computación los va expulsando
gradualmente –así como al personal sindicalizado- de las esferas productivas,
naciendo una pequeña élite de programadores, analistas e ingenieros que
monopolizan el conocimiento y la dirección sobre el proceso global. Asimismo,
esas funciones que van orientadas hacia el control y vigilancia de los
trabajadores –trátese de técnicos, oficinistas u operadoras- que realiza el
personal de confianza también son absorbidas por los sistemas computarizados. A
una persona se le puede burlar de su vigilancia, reclamar su dureza o llegar a
un acuerdo negociado para interrumpir momentáneamente el trabajo. También se le
puede acostumbrar a un ritmo determinado de trabajo. Pero con una computadora
no es posible esto. Si indica el tiempo promedio en que se debe realizar un
cambio de tarjetas de un equipo digital de conmutación o si cronometra el
tiempo de operación al introducir datos en una terminal de computadora, no hay
posibilidades de burlar su vigilancia. El
control computarizado puede llegar tan lejos y ser tan minucioso y opresivo
sobre el trabajador si así lo desean quienes programan sus funciones. Es, por
tanto, una lucha constante entre el trabajador y la empresa; uno, por
reducir la súper vigilancia y la otra, por acentuarla para eliminar los ratos
de descanso a fin de convertirlos en tiempo productivo.
Por
otra parte, al ocurrir la centralización del sistema bajo un solo mando, se da
de manera simultánea la centralización de la vigilancia sobre los telefonistas.
Este será el caso para los departamentos de centrales, conmutadores y 05 y es
en la actualidad el de los operarios de las terminales, aunque sean parte del
personal de confianza. En el caso del departamento de Tráfico este asunto es de
vital importancia. En la actualidad existe tanto el control manual como el
automático; el primero, a través del ejército de supervisoras y el segundo,
mediante el monitoreo (usualmente llamado “control”). Este último se realiza en
forma discontinua, a pausas, al grabar por un tiempo determinado la actividad
de la operadora. Con las nuevas mesas de operadora y las centrales digitales de
larga distancia se inserta un control electrónico susceptible de ser utilizado en
forma continua y con una gran variedad de monitoreos, capaces de cronometrar
hasta los movimientos más simples de la telefonista, como por ejemplo el tiempo
promedio de respuesta de una llamada, de la marcación, etc.
Al introducir los distribuidores
automáticos de llamadas se elimina el tiempo muerto que tiene la operadora
cuando se encuentran saturadas las terminales. Este distribuidor, compuesto por
una pequeña memoria, ordena la distribución de las llamadas, evitando así la
saturación e incrementando la intensidad del trabajo. La supervisión manual, es
evidente, cada vez va perdiendo terreno ante el control incorporado a las
computadoras. En adelante, la lucha no será solamente contra el despotismo del
personal de confianza y supervisores, sino además, contra las formas despóticas
insertas en los mecanismos automáticos. Habrá de ser necesaria, pues, la
confrontación con Telmex en el diseño
específico de las funciones de vigilancia, monitoreo y control de tales
mecanismos con el propósito de despojarlas de su carácter opresivo.
Por
consiguiente, el control que ejerce el telefonista sobre la ejecución de su
propio trabajo se va perdiendo al perfeccionarse el control automático y
simplificarse las tareas. En el departamento de Tráfico esto ya se había perdido
en gran medida porque la organización del trabajo cuida desde décadas
anteriores el desempeño hasta de los gestos y movimientos laborales más simples
de la operadora (como el de los dedos, los brazos, la visión o el lenguaje), de
sus tiempos de ejecución y modo de operación. Con la computarización del
proceso, esta racionalización extrema de la actividad laboral se perfecciona
enormemente.
CAPÍTULO
II REPERCUSIONES SOBRE LOS TELEFONISTAS
Las
fuerzas descomunales de la ciencia aplicada a la esfera productiva han
provocado transformaciones radicales en la misma. La microelectrónica y la
computación han posibilitado la apropiación de las facultades cerebrales del
trabajador para depositarlas en los propios equipos. De por sí, al constituir
el obrero un engranaje más de la maquinaria de conmutación se confisca su libre
voluntad pues se somete a la cadencia, movimiento y velocidad de la misma. Con
la microcomputación se diluyen los pocos reductos de voluntad que presenta el
telefonista. Se confiscan asimismo procesos como el almacenaje, memorización,
traducción, mando, selección e interpretación de datos. Se proporciona a la
máquina un lenguaje específico para hacer posible la comunicación hombre-máquina,
lo cual constituye una de las revoluciones operadas por dicha tecnología, pues
con ello los sistemas de cómputo pueden ejercer el mando y control sobre el
telefonista. En fin, es la apropiación de los últimos reductos de inteligencia
del trabajador, el despojo de su capacidad de pensamiento, imaginación y
creatividad productiva.
Un simple cambio de tarjetas en
un equipo de conmutación elimina la autosatisfacción del técnico al reparar la
falla y le somete a una rutina completamente pasiva; elimina la pericia y la
sustituye por un trabajo carente de contenido. El uso de las pantallas acaba
con los cambios periódicos de rutina, con la variedad de formas de trabajo e
implanta un teclear monótono. Inclusive, fija al telefonista a un lugar
específico de trabajo, eliminando de esa manera su relativa movilidad interna.
Tal es el caso de los compañeros que actualmente operan las terminales (04,
Oficinas Varias, secretarias y Quejas, por ejemplo),
Hasta
el momento, los trabajos de mantenimiento en los equipos aún de partes
mecánicas no son posibles de cronometrar. Presentan una infinidad de
ejecuciones sucesivas, alternadas y combinadas; una variada serie de
movimientos de observación y diagnóstico por el técnico que presuponen
experiencia, habilidad y un conocimiento preciso de las partes componentes de
los equipos. El desgaste de los materiales (contactos, flechas, relevadores,
etc.) obliga a un permanente trabajo de ajuste y por otra parte origina
combinaciones muy diversas de los desperfectos que sólo los años de trabajo permiten
a los técnicos localizarlos y repararlos sin mayores contratiempos. Aquí el
trabajador no puede ser sometido a un riguroso control y vigilancia. Lo mismo
puede decirse de los telefonistas que se encuentran en los sectores administrativos,
de los mecánicos, reparadores de aparatos telefónicos y muchos otros. Pero
cuando aparece el control centralizado, el diagnóstico computarizado y el
mantenimiento remoto, la situación cambia radicalmente.
Los
técnicos del sistema de conmutación recibirán del Centro de Operación y
Mantenimiento la información de la posible unidad dañada y el tiempo promedio
de reparación de la misma. Al final de la jornada, la computadora podrá tener
al instante el cómputo global tanto de trabajo de un técnico como del conjunto
de trabajadores.: en una sección del departamento o de todos sus integrantes;
sus promedios de ejecución, tiempo efectivo laborado, producción por trabajador
y tiempos muertos, por citar los más usuales. Es también el caso de los
técnicos que dan mantenimiento a los cables subterráneos con la computarización
de la inyección de gas.[5]
La
computadora no sólo puede controlar tal actividad, sino además, seguir muy de
cerca, casi a su sombra, los tiempos de operación del cablista. Ni siquiera un
cuerpo muy numeroso de personal de confianza puede llegar a un control y
cronometraje de los tiempos de operación de los técnicos de conmutación, de
redes, de tráfico y oficinas al instante, simultáneo y tan exacto como tales
mecanismos. El reinado de la habilidad y la pericia, de la regulación del
mantenimiento por el trabajador comienza a llegar a su fin. Y con ello, de los
tiempos muertos en que descansa y guarda para su persona. Se convierte en
tiempo productivo, tiempo de mayor desgaste, de mayores movimiento que dejan
gotas de sangre y de energía, que al final del proceso se convierten en fuente
de regocijo, enriquecimiento y disfrute del Consejo de Administración de la
empresa y de los funcionarios de Estado.
A propósito de los intereses de
clase que se enfrentan con el proceso de automatización, es notorio que el
control computarizado juega ahora un papel de primer orden. Con el
desplazamiento gradual del personal de confianza por tales mecanismos, se
desplaza asimismo la personificación del poder del capital de la empresa, y al
no existir ese despotismo personificado, la buena marcha de los trabajos puede
presentar perturbaciones. ¿Cuál fue la solución? Integrar ese poder en los
sistemas de cómputo, reencarnar dicha personificación en tales mecanismos, pero
ahora más perfeccionada y opresiva. Así como en las huelgas y los
enfrentamientos cotidianos con la empresa el personal de confianza se enfrasca
en una lucha por romper los lazos de unión con el objeto de dividir y debilitar
los movimientos laborales y de romper la resistencia colectiva de los
trabajadores, de la misma manera se insertan a voluntad del capitalista
mecanismos y formas de trabajo que cumplen tal propósito. Con el control y
mantenimiento centralizados, en un conflicto huelguístico la empresa resiste
más tiempo; la paulatina reducción de la importancia del técnico para el
mantenimiento de los equipos de conmutación debilita su fuerza.
Al
perder el telefonista el control sobre la ejecución de su propia actividad con
la simplificación de tareas y el control computarizado, por vez primera la
empresa adquiere la capacidad para controlar a través de las máquinas los tiempos de asignación de cada tarea.
Anteriormente ya había logrado implantar este modo de trabajo entre las
operadoras, pero apoyándose en la vigilancia estricta y carcelaria de la supervisión manual. La resistencia
individual del trabajador se debilita con esta forma de organización del
trabajo, extendiéndose tal debilitamiento en más sectores de la telefonía con
los sistemas de cómputo.
CAPÍTULO
III MODIFICACIONES BÁSICAS EN LOS
SERVICIOS
El
fin último para el cual trabajan más de 40 mil telefonistas (en el caso de
Telmex) consiste en hacer posible la comunicación por vía telefónica, es decir,
en cursar las llamadas de un punto a otro. Su función radica, por tanto, en
producir llamadas; es éste el resultado que brota del tráfico telefónico,
comúnmente llamado servicio que, al igual que el transporte, la acción del
cantante o del profesor de escuela, no se corporeifica en algo tangible, pero
que sin embargo está presente en todo momento como resultado final de la
telefonía.
Claro que para hacer realidad la
comunicación telefónica es necesaria la existencia de aparatos en cada negocio,
fábrica o lugar habitable; de centrales telefónicas, conmutadores privados,
directorios telefónicos, etc. A primera vista pareciera que la mercancía más
importante que produce Telmex fuera la instalación de teléfonos y de líneas
alámbricas, pero en realidad esta variada serie de equipos, aparatos y
accesorios conforman los elementos indispensables para hacer posible las
llamadas telefónicas. Más del 75% de los ingresos de esta empresa provienen de
las llamadas de larga distancia (nacional e internacional), lo cual deja ver
que aquéllos sólo constituyen los medios necesarios para la efectivización de
éstas, aunque no por ello dejan de producir ganancias.
En
sus inicios, la comunicación telefónica consistió en la conducción de la voz de
un lugar a otro, fenómeno que todavía se repite, sólo que millones de veces al
día, pero con importantes modificaciones. La primera de ellas radica
precisamente en su cantidad; hablar de millones de llamadas cursadas en un día
significa la existencia de una producción en masa que presupone el rompimiento
de las barreras naturales de la producción manual por los potentes equipos de
conmutación y la rápida velocidad de conducción de los medios de transmisión:
líneas, microondas, satélites y equipo correspondiente. Es el reinado de la
dominación del sistema maquinizado de la telefonía sobre los trabajadores, ya
detallado líneas atrás. Por consiguiente, condición indispensable para la
producción masiva del tráfico telefónico es la supeditación de los telefonistas
al mismo, su carácter de apéndice de los equipos; allí donde éstos no son la
figura central del proceso de conmutación, por ejemplo entre el departamento de
tráfico, para la producción en masa es necesaria la existencia de un régimen de
trabajo donde se desmenuzan, simplifican y cronometran las funciones de la
operadora hasta la determinación de las más simples, eficaces y rápidas, con el
objeto de lograr una racionalización extrema de sus movimientos y el máximo de
intensidad del trabajo, donde la supervisión despótica y carcelaria juega un
papel de primer orden para su cumplimiento. Sólo así la fuerza humana de
trabajo puede responder a la exigencias de una producción de ese carácter.
Con la tecnología electromecánica
ocurre una gran diversidad de usos y servicios, es decir, una sofisticación de
las comunicaciones que van desde la llamada sencilla hasta sistemas
buscapersonas, telefotos, marcación abreviada, etc. donde los sistemas privados
de conmutación pasan a ocupar un lugar cada vez más importante. La aplicación
de la microelectrónica y la computación en la telefonía provocan también
transformaciones notables en las características de la comunicación. La primera
de ellas es la integración de las telecomunicaciones en un solo sistema, lo
cual repercute no sólo en la telefonía, sino que alcanza a toda una rama industrial,[6] hecho
que perfecciona la calidad y diversidad de servicios, la simultaneidad de los
trabajos, el control remoto de los servicios mismos y el mayor radio geográfico
de acción de éstos con el uso de medios de transmisión más veloces como los
satélites y la luz. Otra de las modificaciones más importantes consiste en la
aplicación de tales servicios –la extensión de estas nuevas variedades de
productos- o sólo en el campo de la producción y la circulación del capital
sino además, cada vez con mayor intensidad en la esfera social y familiar.
Tales
transformaciones recaen sobre el trabajador telefonista de diversas maneras:
frente a servicios cada vez más complejos y sofisticados, la creciente
simplificación de su trabajo; a mayor integración de las telecomunicaciones,
mayor fragmentación y aislamiento de su actividad; frente al perfeccionamiento
del control sobre el proceso productivo y del servicio en sí, la pérdida del
trabajador sobre el control de sus movimientos laborales (cadencia, voluntad,
pausas, etc.); a mayor integración mundial de la información y los
conocimientos por parte de los grandes consorcios que pueden pagarlos, mayor
desintegración del carácter colectivo del trabajo y mayor vaciedad de contenido
de su actividad; a un perfeccionamiento mayor en la diversidad de la
comunicación, mayor uniformidad del lenguaje de la operadora y a un empleo
creciente de complejos miniaturizados de los cuales brotan procesos simultáneos
y que cristalizan en servicios variados, mayor desempleo de brazos humanos. El
enriquecimiento de cualidades y usos de los nuevos servicios se convierte, por
tanto, en fuente de pobreza material y espiritual del trabajador. Tal es la
lógica que rige la producción de la telefonía, presente en cada momento del
proceso, en cada llamada cursada y en cada mirada fría de los supervisores.
APÉNDICE
PROPUESTAS
GENERALES ANTE EL CAMBIO TECNOLÓGICO
De
las consideraciones anteriormente descritas sobre la fase actual del
automatismo en la telefonía, se desprenden las siguientes propuestas:
a)
Si
la simplificación del trabajo intensifica la actividad de todo telefonista y la
hace más productiva, es obvio que el rendimiento por hora se multiplica y las
ganancias aumentan. Asimismo, el desgaste del trabajador, el abatimiento, la
pasividad y la monotonía derivados del cambio tecnológico no sólo crean las
condiciones técnico-productivas para la
reducción de la jornada de trabajo a seis horas, sino que también
económicamente hablando la hacen posible al crearse una riqueza tan vasta como
en ninguna otra etapa de desarrollo hayamos encontrado. Por las consecuencias
que recaen sobre el trabajador es absolutamente necesaria.
b)
En
aquellos lugares que van asociados a un trabajo altamente intensivo y riesgoso
para la salud, como lo es la operación de pantallas, el tráfico telefónico con
intervención de operadora o el uso de mesas de prueba para las reparaciones en
la red telefónica, es necesaria la
implantación de tiempos de descanso durante la jornada.
c)
Tanto
por los progresos tecnológicos que revolucionan el proceso productivo como por
los nuevos riesgos de trabajo para el telefonista, la reducción de la
jubilación a los 20 y 25 años sin límite de edad también se convierte en una
necesidad insoslayable.
II
Como se detallara en la parte de fundamentación,
la expulsión de brazos humanos del proceso de trabajo por el creciente y más
perfeccionado automatismo conduce al problema del empleo como uno de los
principales objetivos y causa que defender.
a) Esto, que también se contrarresta
con la reducción de la jornada de trabajo, exige además el uso de la
comunicación integrada para la extensión
y diversificación de los nuevos y variados servicios a escala social. De
esta manera, los trabajos que se automatizan o desaparecen con la consiguiente
reducción del número de telefonistas empleados, se compensan con las nuevas
actividades creadas y brindan nuevos espacios para la ocupación de la fuerza de
trabajo calificada y no calificada.
b) En segundo lugar, aunque no por
ello sea menos importante, es imprescindible la lucha por la reducción drástica del personal de confianza, ya que un buen
porcentaje de las nuevas actividades que bien pudieran ser atendidas por los
telefonistas que salen expulsados por las nuevas tecnologías, han sido
absorbidas por ellos.
III
La
descalificación del telefonista por los nuevos procesos digitales y
computarizados exige un replanteamiento de las tareas en los diversos niveles,
a saber:
a) El reclamo como propias del STRM de aquellas actividades donde se concentra la
calificación que se le ha despojado al trabajador tanto de los nuevos
equipos como de las actividades que ahora usurpa el personal de confianza. Tal
es el caso de funciones como la programación de las computadoras.
b)
La capacitación a todos los
telefonistas, sin excepción.
Aunque no tengan una actividad directa en los equipos de nueva tecnología,
todos tenemos derecho al conocimiento preciso, veraz, objetivo y completo de la
revolución tecnológica de la cual somos protagonistas directos. Si presenciamos
la llamada “era de la información” o la revolución en telecomunicaciones, los
telefonistas deberíamos ser los primeros y mejor informados que cualquier otro
sector social. Así, Telmex está obligada a instrumentar seminarios, pláticas,
audiovisuales, videos, etc., esto es, a hacer uso de los propios medios de
comunicación de que dispone para educar y capacitar a sus trabajadores.
c) Asociada con la simplificación
del trabajo, la descalificación del telefonista exige una modificación de la
organización del trabajo a fin de combinar
las tareas de ejecución con las de concepción. En otras palabras, lograr el
legítimo derecho a que los trabajadores también participemos en la elaboración
de los planes y programas de desarrollo de la telefonía, así como en las
actividades de investigación, innovación y diseño de las nuevas tecnologías, lo
cual implica el derecho del STRM a participar en los Centros de Investigación y
Desarrollo o, en su defecto, a crear nuestro propio Centro de Investigación y
Capacitación.
IV
Sin duda alguna, el control es uno de los aspectos de mayor relevancia
que incide sobre la totalidad de las relaciones obrero-patronales.
a)
La
primera de ellas es la referida a la lucha por la abolición del control
computarizado sobre el trabajo en sus más diversas modalidades. Monitoreos,
cronometrajes, grabadoras, registros, en suma, todo lo que implique el control
del trabajador a través de máquinas debe ser eliminado. Además, la abolición
del régimen carcelario de supervisión manual que impera en el departamento de
Tráfico debe ser abolida sin miramientos.
b)
Aún
lográndose lo anterior, a Telmex le quedaría otro camino para controlar
–incluso minuciosamente en variadas ocasiones- nuestra actividad laboral,
mediante el control y la regularización de la producción misma. Basta con
introducir programas, por ejemplo, en las computadoras que por la intensidad
del trabajo a la que operen reduzcan los tiempos muertos del trabajador para
convertirlos en tiempo productivo, con el consiguiente reforzamiento del
control y el deterior físico e intelectual del telefonista. Por consiguiente,
también es de destacada importancia la participación de los telefonistas
sindicalizados en la elaboración de los
programas y en la operación de los mecanismos de gobierno de los nuevos
equipos, situación que también posibilita el acceso de los trabajadores en
la regulación de la cadencia y las velocidades de operación de la maquinaria.
c)
Pero
esto no se logra del todo si no se añade la facultad del STRM para dar el
mantenimiento a los equipos de nueva tecnología.
V
Incrementos descomunales en la
intensidad y la productividad del trabajo deben corresponderse con aumentos salariales proporcionales a
éstos y con aumentos mayores en la tasa del reparto de utilidades a los
trabajadores. Los criterios mezquinos y usureros del Consejo de
Administración de Telmex deben ser sustituidos por una política salarial a la
altura de la modernización que tanto pregonan.
VI
Con
las nuevas tecnologías se modifican las condiciones de trabajo. del ruidoso accionar de los selectores
y registros en las centrales, al mudo accionar de los elementos
transistorizados y la consiguiente acentuación de la monotonía y la pesadez en
el trabajo; de la intermitente señalización en las posiciones de operadora a la
luz uniforme de las pantallas de video y con alto riesgo para la visión, por
citar un ejemplo.
a) Todo esto genera nuevas
enfermedades profesionales que se suman a las penurias de las ya tradicionales
entre los telefonistas, ante lo cual debe comenzarse de inmediato el estudio
crítico de las mismas, apoyándonos en instituciones de educación superior ya
que éstas muestran más objetividad en su línea de investigación.
b)
Entablar
una lucha político-jurídica con el objeto de modificar la Ley Federal del
Trabajo para la inclusión de las enfermedades de los telefonistas como
profesionales.
c) También debe transformarse el
carácter de la actual Comisión de Higiene y Seguridad para constituirse en un
organismo que tenga a su cargo el tratamiento globalizado de las condiciones de
trabajo, y con asesoría especializada.
VII
El
rescate de la materia de trabajo sustraída al STRM mediante la diversificación
de los servicios tales como la comunicación satelital, la telefonía rural a
cargo del Estado, el correo electrónico, sistemas de video y teleconferencias,
facsímil, etc.
VIII
La
realización de foros sobre nueva tecnología a escala nacional e internacional
con participación directa de los departamentos.
IX
La
dedicación de esfuerzos en la creación de una Federación Internacional de
Sindicatos de las Telecomunicaciones.
X
Propuestas
de carácter social. Ampliar los servicios integrados producto de las nuevas
tecnologías al grueso de la población con el objeto de hacerla partícipe de las
ventajas que reportan. Combatir a través de estos medios la desculturalización
provocada por la penetración de las formas ideológicas del imperialismo,
principalmente del norteamericano, preservando nuestros valores históricos y
culturales propios. Asimismo, la extensión de la comunicación integrada a la
medicina social, la educación, la cultura, el arte y la recreación.
CENTRO
DE INVESTIGACIÓN DE LOS TRABAJADORES TELEFONISTAS[7]
Febrero de 1988
[1] El proceso de conmutación
comprende el conjunto de mecanismos que concentran las líneas de los abonados
(usuarios) y que permutan las señales de un punto a otro. Estos pueden ser
conmutadores privados, centrales telefónicas:
locales, de larga distancia o de tránsito, entre otros.
[2] Véase El Proceso de Trabajo en la Conmutación Telefónica. Enero de 1986,
p. 13
[3] Por ejemplo, la conmutación
automática desplazó a la operadora del manejo de cordones y llaves para
operarlos el conmutador mismo, sólo que más potentes y numerosos.
[4] “… todo posible trabajo cerebral
debe ser removido del taller y concentrado en el departamento de planeación y
diseño”. Taylor, F. Principios de la Administración Científica.
[5] En el caso de los mecánicos no
se presenta tan avanzado el cronometraje de sus funciones, pues la computadora
diagnostica y las empresas contratistas reparan. Pero aquí se manifiesta con
nitidez un fenómeno peculiar: el mecanismo se le enfrenta con su competidor,
preciso y conciso. Por tanto, el mecánico se ve obligado a incrementar la
intensidad del trabajo por esa competencia manifiesta.
[6] Claro que esto es así, de acuerdo
al estudio aquí tratado. Pero en realidad constituye una revolución en el
proceso de trabajo que trasciende los límites de la producción y circulación
del capital hasta repercutir en la mayor parte de la vida social (la educación,
la familia, los servicios asistenciales, la recreación, etc.).
[7]
Imágenes de Naranjo y otros caricaturistas. Ideas y collage de Poncho
Coyote.
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