Miguel Ángel Lara Sánchez
Prólogo
El
presente material fue escrito en septiembre de 1987 en su primera edición. Eran
tiempos en que se estaban definiendo los trazos de las futuras
telecomunicaciones en nuestro país y en que particularmente Teléfonos de México
había decidido acelerar la sustitución de la tecnología electromecánica por la
digital. Para el caso del departamento de Tráfico, donde se alojan las
operadoras, también decidió cambiar el modo taylorista de trabajo con la
introducción de posiciones digitalizadas, lo cual las puso en la antesala de la
transformación tanto de su proceso laboral como de sus condiciones de trabajo.
Obviamente, para Telmex, que para ese entonces ya se encontraba fraguando su
privatización y desregulación, constituía un momento propicio para reducir
sustancialmente la plantilla de operadoras. Y así se lo propuso al Sindicato de
Telefonistas de la República Mexicana.
En
consecuencia, se abrió un período de transición que culminaría en los primeros
años de la década de los noventa del siglo anterior donde las operadoras
tuvieron que negociar con Telmex toda su relación laboral, mientras de manera
simultánea se sustituía la tecnología electromecánica por la digital en las
posiciones de operadora. Este material data de ese período y tuvo como propósito
el análisis del proceso de trabajo que estaba por cambiar, así como la fijación
de las principales transformaciones que ocurrirían en el futuro inmediato a fin
de situar los principales ejes de negociación que dicho cambio ponía sobre la
mesa.
Retomamos
para su publicación la segunda edición que salió a la luz en el primer
trimestre de 1989, justo cuando se abrió el proceso de negociación en
prácticamente todos los departamentos que integran el Sindicato de
Telefonistas.
Introducción
Los
telefonistas hemos presenciado desde hace diez años una continua revolución
tecnológica sin precedentes, tan importante como la operada en la segunda
década del presente siglo, al automatizarse por primera vez la conmutación
manual. Desde la inauguración en 1979 de la primera central digital en Tláhuac,
D.F., todo mundo observa atentamente, esperando el momento en que la
computación y la microelectrónica lleguen a su lugar de trabajo.
Los
sismos de 1985 aceleraron el cambio tecnológico en Tráfico y con ello
adelantaron la presencia de sus lastres en este sector. La sustracción de la
materia de trabajo, la implantación de controles automáticos, el incremento
descomunal de la velocidad del tráfico telefónico mediante las centrales
digitales de larga distancia, la simplificación del trabajo, etc., todo esto ya
es una realidad presente entre las operadoras, de la cual es necesario un
examen cuidadoso con el objeto de valorar adecuadamente tanto la magnitud del
cambio como las consecuencias del mismo sobre las operadoras y sobre su modo de
trabajo.
I Evolución del cambio tecnológico
Hasta
antes de la década de los años veinte, la telefonía se basaba en la conmutación
manual con intervención de la operadora. Eran ellas el agente principal sin el
cual la comunicación era imposible de establecerse; por tanto, la llamada
telefónica dependía del factor humano, de su habilidad y destreza, de su
voluntad, rapidez e intensidad con que operaba los instrumentos de trabajo.
Pero con la aparición de los relevadores es que pudo lograrse la creación de un
mecanismo automático de conmutación que se deshacía de la operadora para su
funcionamiento. En consecuencia, en los años veinte, que es cuando las
compañías telefónicas más importantes lo ponen en marcha –la Ericsson y la
Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana-, presenciamos la primera expulsión
masiva de la fuerza de trabajo mediante la liquidación o la reubicación de las
operadoras a otras poblaciones con menor grado de desarrollo y en condiciones
leoninas, lo cual elevó el conflicto hasta las autoridades del Trabajo de aquel
entonces.
El tráfico local de las
principales ciudades se automatizaba, pero la conmutación manual proseguía
tanto en las restantes ciudades y poblados como en el tráfico de larga
distancia. Es hasta la década de los sesentas cuando ésta se automatiza,
absorbiendo las nuevas centrales de larga distancia una parte importante de sus
funciones. De esta manera, a lo largo de más de 50 años la telefonía ha tenido
su asiento en las centrales electromecánicas y electromagnéticas, es decir, en
mecanismos de movimiento mecánico movidos por impulsos eléctricos o magnéticos.
Tales impulsos, que conducen la voz desde un punto a otro, se han basado en la
conexión y desconexión
de
partes metálicas las cuales hacen las funciones que realizaban las operadoras.
Las
centrales automáticas así desarrolladas para el tráfico local ahora se
convierten en el agente principal de la conmutación. Ya no es el elemento
humano la figura determinante de dicho proceso, sino ahora un mecanismo inanimado
que se vale de un pequeño número de técnicos para su mantenimiento y corrección
de fallas. Pero este pequeño destacamento de telefonistas ahora se encuentra
subordinado a la marcha de la central; es su apéndice.
Si
esta fue la suerte del tráfico local, ¿entonces de qué manera evolucionó la
situación de las operadoras que quedaron concentradas para el tráfico de larga
distancia? Una versión resumida la tenemos en el documento sobre Tráfico que se
deriva del Programa Intensivo para el Mejoramiento del Servicio (PIMES).[1]
Para 1970, el 73% de las llamadas nacionales eran atendidas por operadora; en
1975 bajó al 42.5%; en 1980 descendió aún más al 21.4% para llegar en 1986 al
10.5%. En el caso del tráfico internacional, cuya automatización data de 1970,
nueve años después casi el 40% de las llamadas eran manuales; en 2985 se redujo
al 10% y en 1986 disminuyó al 7.8%.
Pero
a pesar de la paulatina reducción de las conferencias telefónicas cursadas de
manera manual, el volumen de operadoras contratadas es significativo, ya que
todavía a pesar de que una llamada se realice en forma automática, la operadora
tiene que intervenir en acciones tales como el auxilio en la facturación o la
investigación de cobros indebidos. En la actualidad (septiembre de 1987) tanto
el tráfico nacional por operadora (10.5%), el internacional y mundial (7.8%)
como las actividades accesorias que se derivan de las llamadas de larga
distancia (LD), está apoyado en el trabajo de 11,839 operadoras. ¿Cómo lo
realizan? ¿Mediante qué tipo de instrumentos de trabajo? ¿De qué manera se
organizan y con qué técnicas lo hacen? Todo esto es necesario de analizar a fin
de tener una comprensión cabal del impacto de la modernización, así como de la
magnitud de las consecuencias sobre las operadoras. Veamos su modo particular
de trabajo.
II Rasgos fundamentales del proceso de
trabajo en Tráfico
Aunque
todos los telefonistas laboramos para el mismo fin, la conducción de la voz de
un lugar a otro, cada uno de sus segmentos, secciones o departamentos cumple
con una función específica, a saber: los de servicios, en el acondicionamiento
óptimo de las instalaciones para su uso; los oficinistas, en el procesamiento
de datos administrativos, contables y financieros; los trabajadores de redes,
en la instalación y mantenimiento de los medios de transmisión entre el usuario
y la central telefónica; los técnicos, en el dimensionamiento, instalación,
ajuste y mantenimiento de los equipos de conmutación y sus accesorios; y las
operadoras, en el tráfico de las llamadas.
Pero
frente al resto de los telefonistas, el trabajo de ellas tiene una cualidad que
las distingue: su producción inmediata es masiva, es decir, la cantidad de
llamadas que cursan de manera simultánea alcanza los cientos de miles al día,
considerando a la totalidad de las operadoras en el país, lo cual ningún otro
sector de telefonistas realiza, por muy numeroso y productivo que sea. Pero
justamente esta peculiaridad ha llevado a los analistas de la producción
–verdaderos vampiros del trabajo- a implantar un modo especial de trabajo,
único en Teléfonos de México, para las operadoras que vaya acorde con la producción en masa de las conferencias, el
cual resumimos a continuación:
Bienvenida a
nuestra Empresa. Eres un engranaje de esta empresa, tú vives de ella y ella vive
de ti. ¡Adelante![2]
Con una invitación tan sugestiva
y al grito de “El servicio es primero”, la operadora comienza su período de
instrucción y también de entrega de sus facultades pensantes y corpóreas como
mero engranaje de un mecanismo inanimado. La primera lección consiste, pues, en
ubicar su condición de fidelidad y subordinación a los intereses “del
servicio”, aún a costa de su vida misma y señalar sin cortapisas la fuente de
poder y riqueza del consorcio telefónico. Es el anuncio por anticipado del
régimen de explotación a que se verá sometida, así como de la magnitud e intensidad
de su entrega a los brazos triturantes de la forma peculiar de producción que
las distingue: el taylorismo.[3]
“En el conmutador cada segundo cuenta”, le advierten por anticipado. Crucemos
el umbral después de tan cruda bienvenida.
Al
llegar al conmutador, la operadora tiene que llevar ya puesto su instrumento de
trabajo principal: la diadema, con lo que sin mayores obstáculos entra lista
para atender las llamadas. Mientras la compañera a la que suple se retira de la
posición por el lado derecho,[4]
aquélla lo tiene que hacer por el lado izquierdo, efectuando el movimiento “en
el más mínimo de tiempo, evitando así interrupciones” y procurando situar su
silla alineada con las restantes. Hecho esto, comienza a emplear sus
instrumentos vitales, los cordones y las llaves, de izquierda a derecha con el
objeto de que el desgaste de los mismos sea similar. Desde este momento, tiene
la obligación de tomar las clavijas de los cordones con los dedos índice y
pulgar por la cubierta lo más cercana a la base y con el lápiz siempre en la
mano, “la llave en posición de hablar y en la mano derecha un cordón a fin de
contestar sin pérdida de tiempo cualquier señal”, para lo cual no debe perder
de vista el cuadro conmutador a fin de atender de inmediato al usuario. Una vez
anunciada la llamada, introduce de un solo movimiento la clavija en el jack
correspondiente y entabla la comunicación con el usuario A mediante el uso de
un lenguaje predeterminado y uniforme, el cual indican los manuales de
instrucción y operación. Si al mismo tiempo va a desconectar un cordón situado
cerca o en el circuito a conectar, con los dedos meñique y anular toma la
clavija, girando la mano hasta quedar en posición adecuada para regresar
posteriormente el cordón desconectado a su lugar.
Después
de recibir el número del usuario B, la operadora toma otro cordón y lo conecta
a un circuito libre a través del cual se comunica –marcando el número en el
disco-, con la operadora de la central distante, proporcionándole la
información para llamar al usuario de destino. Una vez establecida la
comunicación, se sirve de otro tipo de instrumentos para medir el tiempo de
conversación (como arandelas y anillos) y desde que establece la comunicación
con el usuario A, simultáneamente comienza a llenar un pequeño reporte llamado teleboleta con los datos necesarios a
fin de facturar la llamada, o bien, mientras esto sucede, establece una nueva
comunicación.
Con
esta apretada exposición que sólo tiene intervalos de 15 segundos en cada
llamada, reluce el notable control que tiene la empresa hasta de los
movimientos más insignificantes de la operadora. Por principio de cuentas,
notamos un desglose de los movimientos del brazo, la mano y los dedos hasta
llegar a la predeterminación de los más
simples y eficaces, indicando en los instructivos los más adecuados y que
ocupan el menor tiempo de ejecución y supervisando su correcta realización a
través de la Auxiliar de Jefe, quien funge como agente del capital. Al mismo tiempo reluce la forma preestablecida
más idónea para el uso de los instrumentos de trabajo de que se vale la operadora.
Este
desglose de sus gestos laborales hasta la determinación de los tiempos mínimos
de ejecución también se encuentra con la misma escrupulosidad en el control de su lenguaje. A través de la
llamada fraseología se determina su comportamiento laboral ante el usuario,
ante la operadora distante o el usuario B (en caso de tener un proceso semiautomático),
frente a las supervisoras y sus compañeras de igual condición. En fin, es el
control de su lenguaje durante todo el tiempo que dura la jornada laboral,
reducido a las expresiones más breves y
estandarizadas con el objeto de lograr un lenguaje común que ocupe el
mínimo de tiempo evitando toda distracción de la fuerza de trabajo.
También
en el conmutador cada segundo perdido por una visión incorrecta de las señales
o contactos significa una pérdida de beneficios para la empresa. En
consecuencia, la operadora “debe observar
continuamente el múltiple y tablero de llaves cuando esto no interfiere con
las operaciones que está efectuando, formándose
el hábito de no perder de vista las señales de supervisión y continuar con
su trabajo”, atendiendo las señales consideradas como prioritarias
(supervisión, de emergencia, de gobierno, etc.). Por lo tanto, el régimen
laboral en el Departamento de Tráfico impuesto por Telmex llega hasta el
dominio de los órganos visuales de la operadora, de su dirección e intensidad.[5]
Esta
explotación intensiva de la operadora está inspirada en la concepción taylorista de la organización y
ejecución del trabajo, que también en este caso llega hasta el empleo de la
“única mejor manera” y de los únicos mejores instrumentos de trabajo para una
actividad sin descanso: cordones
uniformes, boletas previamente diseñadas para su mejor procesamiento por las
máquinas de facturación, posiciones de operadora donde ésta se encuentra siempre en posición de respuesta ante la
señalización debido a que por su diseño no puede estirar los pies para relajar
su tensión laboral y mejorar su circulación sanguínea, sirviéndole de
complemento un tipo de sillas que predisponen la columna vertebral y ésta al
cuerpo para evitar el reposo y los tiempos muertos.
Por
tanto, este modo intensivo de racionalización del trabajo ha llegado a tal
punto que los órganos de los sentidos (excepto el olfato y el gusto) han sido
completamente regulados y confiscados a la opreadora para su empleo lo más
productivo e intensivo posible. Aquí la afirmación de que uno se alquila a la
empresa no es una simple frase; es una realidad cruda que se apropia hasta de
los gestos y movimientos más elementales del trabajador para incorporarlos
todos a la ganancia capitalista; la visión puesta en el conmutador para atender
las señales de inmediato; los brazos, en posición de actuar; las manos, listas
con el lápiz, el cordón y la teleboleta; los oídos, prestos a lo que se anuncie
en la diadema; los dedos, ya acostumbrados al tecleado sin necesidad de fijar
la vista en él (lo que implica un alto grado de sensibilidad del tacto); un
lenguaje a trozos, cadencioso y uniforme, regulado por los manuales de
instrucción y por la supervisión continua; y el cuerpo todo, en posición de trabajo.
Estas
son las condiciones necesarias de acoplamiento para el uso intensivo de la
fuerza de trabajo con miras a hacer posible la producción masiva de llamadas, pero en tanto que aquí Telmex trata
con el elemento humano y no con una máquina, es necesario evaluar el grado de
importancia de esta situación.
Si
la operadora no trabaja, no se puede establecer el tráfico manual, o lo que es
lo mismo, para este tipo de llamadas todavía la telefonista es el agente principal del proceso del cual depende
la realización completa del servicio; ella, por tanto, puede regular la
intensidad y la cadencia de su trabajo, la velocidad de sus movimientos en
todas las partes corpóreas y mentales que entran en juego. Por muy complejo que
pueda parecer el cuadro conmutador y el tablero, éstos no pueden actuar todavía
por sí mismos. La operadora cuenta,
pues, aún con la voluntad relativa para el desempeño de sus funciones.
Hablando
en rigor, el proceso actual del tráfico que atiende la operadora es semiautomático debido a su relativa
dependencia de los impulsos que provienen de la central telefónica y a que,
para actuar, debe esperar la señalización del cuadro conmutador, aunque dichos
mecanismos todavía no consoliden su hegemonía sobre la telefonista porque se
trata de un período transitorio hacia la automatización plena de lo que queda
de las llamadas de carácter manual. Precisamente por estas características de
transitoriedad la operadora cuenta aún con esa voluntad relativa en el control
de su cadencia de trabajo.
Entonces,
¿de qué manera se aplasta esa capacidad para regular sus movimientos, gestos y
tiempos laborales? A través de la supervisión manual, que en este departamento
alcanza numerosas formas: una supervisora por cada 8 operadoras; auxiliares de
jefe, subdirectoras y directoras, que conforman todas ellas un cuerpo combinado
de elementos humanos para el control y la supervisión sin el cual sería
imposible la regulación del trabajo de las 11,839 operadoras. Este cuerpo de
supervisión efectúa lo siguientes tipos de control: a) sobre el funcionamiento
del equipo y el conjunto de los instrumentos de trabajo (teleboletas, cordones,
llaves, etc.); b) sobre el modo de
trabajo de la operadora; c) sobre la operadora misma y d) en las restantes
supervisoras y auxiliares de jefe. Es el control lo más minucioso posible que
puede alcanzar el ser humano en la supervisión y vigilancia, que también se
encuentra regulado por los manuales de Telmex.
Aparte
de esto, tenemos el llamado “control” automático que se realiza desde una mesa
distante, accionado por una supervisora. Aquí de nueva cuenta interviene el
factor humano auxiliado de un instrumento similar al de la operadora para su
monitoreo. Es, por tanto, un control
semiautomático que infunde temor a la telefonista debido a que no se
anuncia al momento de que es empleado. Este sistema de supervisión, sumado al
modo intensivo de racionalización del trabajo, define el régimen carcelario dentro del cual laboran.
Semejante modo de explotación del
trabajo tiene repercusiones directas en la salud de las operadoras. El control
de los movimientos más simples, así como de la postura de su cuerpo ante el
conmutador, generan enfermedades lumbares; la necesidad de la mirada puesta en
la señalización trastorna su sistema visual; el uso continuo de la diadema y de
los repiques por las fallas de las centrales electromecánicas atacan la
audición; la deformación del lenguaje, por el control, estandarización y
uniformidad del mismo impuestos por la empresa; la fijación de la operadora a
un puesto de poca movilidad genera las enfermedades renales, gastrointestinales
y locomotoras; el excesivo control y el régimen despiadado de trabajo motivan
las enfermedades nerviosas y el acondicionamiento del clima a las necesidades
del equipo termina por trastornar el sistema respiratorio de estas telefonistas.
Súmese a esto la casi infinita cantidad de turnos que rompen el equilibrio
familiar. Sin duda, este es un tema que requiere mayor atención, pero las
limitaciones de espacio nos impiden extendernos en la conexión entre las condiciones
de trabajo y el mundo familiar, así como
las patologías que de ello se derivan.[6]
Como
se habrá desprendido de la lectura, esta es una exposición que se auxilia de
los propios manuales emitidos por Teléfonos de México, que por cierto tienen
cierta validez legal en virtud de que los Convenios de Tráfico los incluyen
como métodos de trabajo a seguir. No obstante, al momento que contrastamos esto
con lo que sucede a diario en las salas de tráfico y en los contenedores, salta
a la vista un régimen de trabajo muchísimo más perfeccionado e intensivo. [7]
Si
con lo arriba escrito observamos una forma de trabajo bastante opresiva y
triturante para la operadora, en la realidad esto se queda corto, pues con la
experiencia de los años en el conmutador se simplifica aún más el trabajo y se
eliminan casi por completo los tiempos de reposo que guarda la operadora para
su persona.
III La nueva tecnología
Lo
que se ha dado en llamar reconversión industrial hay que nombrarlo por su
verdadero significado: el proceso de modernización apoyado en la
microelectrónica y la computación. La invención del transistor y la creación
posterior de los chips, semiconductores y microprocesadores generaron un cambio
radical en la producción. En la telefonía es la creciente sustitución de los mecanismos
electromecánicos (en las centrales telefónicas, los conmutadores, plantas de
fuerza, mesas de prueba, copiadoras, calculadoras, medios de transmisión,
equipos de medición, máquinas de escribir, etc.) por elementos
transistorizados, por componentes electrónicos simples y electrónicos
digitales.
La
modernización empezó por los medios de transmisión, al introducirse los
sistemas PCM (Modulación por Codificación de Pulsos) en la década de los años
sesenta; posteriormente comenzó a penetrar en los sistemas de conmutación
(centrales automáticas) aplicando por ejemplo el control por programa
almacenado (SPC, por sus siglas en inglés) a fines de la década de los años
setenta. Casi de manera paralela, la computación se introdujo en la rama administrativa
y contable, para cobrar mayor auge en la década siguiente. Finalmente, llegaría
al tráfico telefónico con intervención de la operadora.
Los efectos del sismo aceleraron
la digitalización del sistema de larga distancia. La creación de los cuatro centros
de tráfico de LD a base de centrales digitales interconectadas entre sí y con
capacidad de mando en cada uno de ellos ante cualquier interrupción de los
restantes, sumados a su enlace por radios digitales y fibras ópticas no
originaron un simple aumento del tráfico telefónico sino además, por la
capacidad y velocidad descomunales a las que trabajan, le dan una cualidad
sustancial a la producción masiva antes aludida, reducen los tiempos de
establecimiento de la llamada, abaten los costos, hacen más intensivo el uso de
los materiales y el equipo, e incrementan la productividad del trabajo a
niveles sin precedentes. Además, cuentan con la capacidad para la integración
de la telefonía con la comunicación de datos y el video, apoyándose en la red
de Telmex, usualmente conocida como Red digital de Servicios Integrados (RDSI).
Aunque por el momento no afectan en forma esencial las actividades de la
operadora, sin embargo ya penetraron en este terreno, pues durante todo el
tiempo que ha permanecido la intervención irregular de las operadoras derivada
del sismo, las llamadas se han cursado en todas sus fases, incluyendo las
actividades accesorias que hacían, sin injerencia alguna de las operadoras.[8]
No
obstante, a estas alturas el automatismo ya dio el grito de guerra en el
tráfico manual de nueva cuenta; ya retó la supremacía de la fuerza humana de
trabajo. Y no es casual. Si en todas partes los componentes electrónicos han
desplazado los contactos metálicos y los alambres, ¿por qué no hacerlo ahora en
las posiciones de operadora, en la multitud de controles, listados, kardexs y
archivos manuales usados en este Departamento?
Hasta
el momento, la actividad de las operadoras es vital para esta porción del
tráfico; el uso de un mecanismo complejo como la mesa de operadora, los sistemas de medición en las centrales y la
infinita diversidad de funciones que realizan, derivada de la muy desarrollada
división del trabajo a su interior, concentran
demasiado conocimiento en la operadora; hacen de su trabajo una actividad calificada y virtuosa, exige
un conocimiento pormenorizado de su proceso de trabajo, todo lo cual representa
una amenaza real a Telmex. Esto ha sido comprobado cada que se efectúan las
huelgas (cuando se hacen de forma efectiva, y no una caricatura de huelga) ya
que, a pesar de los requisamientos por el gobierno federal, la empresa no
aguanta más de un mes sin la intervención de técnicos y operadoras tanto porque
se viene abajo el equipo de conmutación sin el mantenimiento, como porque la
mayor parte de los servicios al usuario de medianos y escasos recursos, así
como el tráfico nacional de toda la población, se encuentra a cargo de ellas.
Echemos
un vistazo a los instrumentos de trabajo de las operadoras y veremos que a
estas alturas ya no empiezan a corresponderse con el desarrollo tecnológico de
otros sectores de la telefonía o de otros países: una medición del tiempo con
aditamentos electromecánicos, arandelas, listados para el cálculo del costo de
la llamada o para la definición de rutas, kárdexs de consulta de información,
enlace de circuitos a base de contactos metálicos (jacks y clavijas), cordones
alámbricos, etc., etc. Todo esto no hace sino dejar ver la inevitabilidad del
cambio tecnológico en este segmento de la telefonía.
¿Cómo
es que se va a dar esto? A través de la absorción, a veces repentina y a veces
paulatina, por nuevos mecanismos electrónicos de las funciones que actualmente
desempeñan las operadoras. La historia del progreso tecnológico es la historia
del desplazamiento gradual de la mano de obra del proceso de trabajo, y Tráfico
no es la excepción a esta regla. El objetivo de mediano plazo de Telmex
consiste en la implantación de las terminales digitales de computadora para el
poco tráfico manual que vaya quedando pero, mientras tanto, puede –como ya
pretende-, servirse de las actuales posiciones y de los mecanismos digitales
instalados en las centrales telefónicas para comenzar el despojo de la materia de trabajo y pasarla aquellos mecanismos y a
las computadoras.
No
sobra decir que el sistema actual de trabajo es el que le va a servir de base
para la automatización, es decir, el taylorismo. Este sistema se apropió de las
facultades físicas, sensoriales y pensantes de la telefonista para canalizarlas
a una producción masiva; se idearon métodos de trabajo que a través de la
supervisión manual y las reglas establecidas se apropiaron de la visión, el
lenguaje, la audición, el tacto y el movimiento de locomoción del cuerpo de la
operadora –principalmente de las manos, los brazos y el cerebro-; establecieron
un modo de trabajo apoyado en la regulación y control de los movimientos más
elementales de la fuerza de trabajo, de los únicos mejores, así como de las
herramientas más idóneas, y mediante el flujo intermitente de las llamadas
anunciadas y realizadas, establecieron este opresivo régimen laboral, empleado
típicamente en la industria automotriz.
Pues
bien, este modo peculiar de explotación de las operadoras en la actualidad está
por convertirse en un taylorismo
electrónico o computarizado, junto con escalas mucho mayores en el control
y el desgaste laboral. Es un régimen carcelario computarizado. Sus alcances e
intensidad dependerán del grado de organización y lucha de las operadoras,
principalmente, el cual se servirá de los progresos científicos y tecnológicos
para efectuar las siguientes tareas:
a) Expulsar definitivamente a las
operadoras en su labor auxiliar del tráfico a través de la larga distancia
automática (LADA).
b)
Reducir
aún más el porcentaje del tráfico manual.
c)
De
lo que quede del tráfico manual después de realizado lo anterior, automatizar
lo más posible las funciones que desempeñen.
d)
Las
que no se puedan todavía mecanizar, regularlas
con una intervención cada vez mayor de la supervisión y el control
automáticos de los mecanismos computarizados.
e) De lo cual se desprende otro
nivel de la automatización: el del control, es decir, la automatización gradual
de las funciones que realizan las auxiliares, encargadas, supervisoras, subdirectoras
y hasta directoras. Esto provocaría el cambio del conglomerado de elementos
humanos para la vigilancia y el control por un mecanismo colectivo de máquinas
computarizadas para el mismo fin. Al primero se le puede persuadir para que
suavice el trato, para que flexibilice su despotismo y la disciplina, sobre
todo si nos encontramos con supervisoras que aún no se deshumanizan del todo,
pero con un mecanismo inanimado no se puede negociar, no hay en él sentimientos
que explorar para que modifique su rigidez.
Por
lo pronto, Telmex ha propuesto la mecanización de las siguientes funciones:
tiempo y costo, rutas y tarifas, control de personal, los sistemas de medición,
el uso de la optiboleta.
Con las dos primeras avanza el
desplazamiento de la operadora en sus funciones auxiliares del tráfico por
LADA, facilita la reducción del porcentaje del tráfico manual; y también del
que quede, automatiza el trabajo de la operadora en este renglón. Con el uso de
la optiboleta simplifica el trabajo de las llamadas tanto automáticas como manuales.
Respecto a la automatización de la supervisión, lo propone inicialmente para la
medición, el cronometraje y monitoreo de los impulsos eléctricos generados por
el usuario, así como para las casetas públicas, pero también dejó ver la
posible extensión del control automático para el cronometraje de las funciones
de la operadora.
Finalmente, la automatización del
“control de personal” como es tan amplia empleando así este concepto, puede
incidir tanto en la maquinización de funciones típicamente administrativas como
en el control coercitivo de los movimientos de la operadora o de las funciones
de supervisión.[9]
Como
se podrá observar, la propuesta inicial de automatización que se anunciara en
el PIMES abarca simultáneamente todas las fases anteriormente descritas, lo
cual no es de extrañar, ya que en la realidad estos fenómenos aparecen
entrelazados unos con otros. Estas proposiciones dejan ver desde estos momentos
las transformaciones radicales que ocurrirán en un futuro inmediato en el
proceso de trabajo y su organización. Para completar la exposición y derivar de
todo esto un planteamiento político-laboral que dé respuesta a la fase actual
del automatismo en tráfico, es necesario subrayar las restantes
transformaciones que conlleva la actual modernización, algunas de las cuales ya
fueron esbozadas más atrás.
IV Principales transformaciones derivadas del
actual proceso de automatización
1. La absorción de las funciones de
la operadora reduce la materia de trabajo y con ello simplifica y descalifica
el trabajo, al mismo tiempo que enriquece
y complejiza las funciones de las centrales y equipos accesorios de
conmutación.
2.
Pero
visto de conjunto, paralelo a esta simplificación encontramos el rompimiento
paulatino de la tradicional división del trabajo en Tráfico por una nueva, más
eficaz y operativa. A su vez, esto genera el rompimiento de las tradicionales
formas cooperativas del trabajo por otras donde la asociación de las operadoras
es menos numerosa. De hecho, la creación de otros centros de tráfico (como Rojo
Gómez o Lindavista) fragmenta la
asociación típica de los clásicos centros de trabajo San Juan y Victoria que
existiera hasta 1985. Por lo tanto, las relaciones entre las máquinas y las
operadoras se extreman y se hacen opuestas: de un lado, tenemos fragmentación,
dispersión y rompimiento de la asociación colectiva de las operadoras y de otro
lado, una mayor y mejor división del trabajo y un actuar coordinado e integrado
de las máquinas. De nueva cuenta, este desmembramiento gradual de las
operadoras como cuerpo combinado de brazos humanos reaparece en una cada vez
mayor división del trabajo entre las máquinas.
3.
Con
la aplicación de los computadores al corazón de la producción misma es posible
dotar por vez primera a las máquinas de un lenguaje propio a través del cual ya
es posible la comunicación hombre-máquina, lo cual también incide en una mayor
descalificación de los técnicos, ya que anteriormente para reparar una falla
tenían que interpretar los síntomas que presentaba el equipo, hecho que le
exigía un conocimiento pormenorizado del mecanismo.
4.
Las
computadoras insertas en los mecanismos de conmutación también permitieron
centralizar por vez primera el sistema, como también pueden centralizar el
control, el diagnóstico y el mantenimiento remoto de las posiciones de
operadora. Al mismo tiempo, logran descentralizar el funcionamiento del proceso
al aplicar pequeñas computadoras que logran regular hasta los movimientos más
simples y pequeños de un mecanismo, ya se trate de una central, de un
concentrador, de un grupo de pantallas (como en el 04) o incluso de un conjunto
de posiciones. De igual forma, con esto es posible la concentración de las
llamadas del usuario para su posterior distribución entre las diferentes
posiciones con el objeto de evitar la saturación de las mismas. Con esto se
uniforma la actividad de la operadora en la contestación de las señales del
usuario, se regula y se hace más intensiva la jornada de trabajo. la operadora
ya no busca la señal, sino esta última a aquélla.
Lo que es ya una
realidad de este proceso de centralización y descentralización del sistema es
la regionalización del tráfico telefónico, puesta ya en marcha por Telmex.
5. Pero aquí no acaban las ventajas
del control computarizado. Con él también se puede regular, dirigir, controlar
y supervisar tanto un fragmento del acto productivo como la totalidad del
mismo. Es el caso de las centrales digitales de larga distancia. Pero también,
y es lo más peligroso para el STRM, con él también se puede lograr el control
no sólo del modo de trabajo de la operadora, sino además la supervisión de sus
movimientos personales dentro de la jornada para confiscarle la mayoría de los
tiempos muertos que guarda para su persona con el objeto de convertirlos en
tiempo productivo. Basta con incorporar al conmutador un monitoreo automático
que mida el tiempo en que la operadora no está atendiendo el conmutador para
que esto sea una realidad.
Ahora
bien, esta clase de control computarizado sobre la telefonista puede llegar tan
lejos como ellas lo permitan. Todo depende de su grado de resistencia, de
organización y de lucha para evitar semejante bajeza. En adelante, la lucha no
será solamente contra el autoritarismo del personal de confianza sino además,
contra las formas despóticas insertas en los mecanismos. Habrá de ser
necesaria, por consiguiente, la confrontación con Telmex en el diseño
específico de las funciones de vigilancia, monitoreo y control de tales
mecanismos con el propósito de despojarla de su carácter opresivo.
6. Pero la calificación y el
conocimiento no sólo se concentran en los nuevos equipos. También se apropian
de él quienes lo diseñan, dimensionan, instalan, programan, le dan mantenimiento
y hasta los operan. Nace así una pequeña élite de analistas y programadores (de
confianza) que confiscan el conocimiento de la operadora y lo guardan con mayor
celo.
7.
Repercusiones sobre las
operadoras. El proceso creciente de simplificación y descalificación del trabajo
sustrae a la operadora ese conocimiento que tiene sobre las funciones del
tráfico para reaparecer incorporados, más potentes y veloces en los sistemas automatizados
de mando. Los cálculos, memorización de datos, mediciones y che-queos que hace
la operadora con el tiempo y costo, ahora se le confiscan y los hará un
computador. Esta creciente absorción de sus funciones poco a poco le irá
quitando su papel de agente principal en el tráfico manual para convertirla
poco a poco en un elemento cada vez más accesorios de las máquinas enriquecidas,
lo que también creará las condiciones para una mayor regulación de sus actos
laborales y para un control más riguroso de su relativa voluntad y de su
capacidad para controlar la cadencia de trabajo.
No será lejano el
día en que se introduzca a través de un microprocesador un distribuidor
automático de llamadas que evite la saturación de los cuadros del conmutador y
que con ello se acabe aún más con la capacidad de la operadora para mesurar la
intensidad de su trabajo. por lo pronto, lo que está ya en marcha acentúa la
monotonía del trabajo y con ello la rutina; uniforma con mayor rapidez sus
funciones (recuérdese el caso de la uniformidad de los trabajos en el
telefoto), lo cual va acabando con la imaginación y la creatividad productivas,
con su autosatisfacción.
Automatizar implica
sustracción de nuestra materia de trabajo por los nuevos equipos, significa quitarle contenido a la
actividad desplegada como telefonistas al simplificar al máximo nuestras tareas
para hacerlas más repetitivas y uniformes. El uso de las pantallas de video acaba con los cambios periódicos de rutina,
con la variedad de formas de trabajo e implanta un teclear monótono. Inclusive,
acentúa la fijación de la operadora a un lugar específico de trabajo,
eliminando cada vez más su relativa movilidad interna. Es el caso de las
operadoras del 04 y las del 05.
Finalmente, al
romper poco a poco las formas cooperativas del trabajo y reducir su
participación en el tráfico manual, se va
perdiendo la resistencia colectiva tradicional de las operadoras, se va
fragmentando la fuerza de la unión y la importancia de su papel en el proceso
de conmutación, se va diluyendo asimismo la importancia política que
representan en el conjunto del sindicato.
V Conclusiones
Hasta
aquí hemos descrito las principales transformaciones del actual cambio tecnológico
así como las consecuencias más importantes sobre el proceso laboral de las
operadoras y sobre su persona. No obstante, esto también tiene su lado
positivo, factible de aprovechar por los telefonistas para su fortalecimiento y
desarrollo.
Al
ocurrir una nueva división interna del trabajo, necesariamente vendrá un
reacomodo de las operadoras de sus funciones tradicionales para acoplarse a lo
nuevo. Generalmente es Telmex quien impone esta nueva forma de trabajo y de
asignación de las operadoras a otros puestos, donde por la automatización y
simplificación de tareas queda más tiempo susceptible de ser aprovechado para
hacer más productiva la jornada o bien, para mayores ratos de descanso que
puedan beneficiar a las operadoras. Esto exige de las mismas un conocimiento lo
más exacto posible de su proceso de trabajo actual a fin de que cuando vengan
lo cambios se tenga una propuesta clara que vaya eliminando tanto el régimen
carcelario como transformando el modo súper racionalizado del trabajo por uno
más flexible y menos dañino. Se tiene que negociar la nueva asignación de los
puestos dentro del sector de tráfico tomando como base la abolición de dicho
régimen y el beneficio lo más extenso y diversificado posible dentro de la
jornada de trabajo (con mayores ratos de descanso, trabajos menos pesados y
rutinarios, etc.).
Además,
como a medida que progrese la microelectrónica y la computación en el departamento
de Tráfico se irá simplificando más el trabajo y con ello se tornará mucho más
productivo, tendremos las bases técnicas para la reducción de la jornada a seis
horas, así como la simplificación de los turnos y la eliminación de los mixtos.
Al integrar las comunicaciones a
un solo sistema aparece una infinita serie de nuevos servicios. De por sí, con
el equipo actual con que cuenta Telmex es posible diversificar las funciones de
la operadora, tal y como ya lo plantea en el PIMES. Pero además, tomando en
cuenta la conmutación digital integrada (voz, datos y video) se amplía aún más
el abanico de servicios posibles, que rebasan con creces las funciones que se
automatizan, y abren espacios de trabajo mayores a los que se cancelan por la
automatización del tráfico manual. Todavía se extiende más la materia de trabajo
al diversificar los servicios de operadora en áreas tales como la educación, la
información, la recreación, la vivienda, la medicina, las finanzas, etc., etc.
que por ningún motivo debemos dar por cancelados, sobre todo teniendo en puerta
la amenaza de la reducción de un número considerable de operadoras.
Por
otra parte, si se van a automatizar funciones típicas del tráfico, los equipos
que ahora las absorberán deberán ser dimensionados,
programados y operados por las operadoras mismas, y no por personal de
confianza. El conocimiento sustraído a las mismas no debe salir de Tráfico; aún
más, ellas deben tener acceso a los centros de investigación y desarrollo de la
empresa con el objeto de que ellas mismas sean quienes desarrollen y acoplen
las tecnologías y las nuevas formas de organización del trabajo acordes con sus
intereses y con los de la población entera, y no exclusivamente en beneficio
propio y del gran capital, como lo conciben Telmex y el Estado mexicano.
Lo
que está en el centro del debate no es el rechazo al cambio tecnológico, ni
mucho menos. Es la forma unilateral y despiadada en que estos últimos pretenden
introducirla, pisoteando los derechos y conquistas ya alcanzados, pagando el
costo de su introducción con la expulsión masiva de los trabajadores,
confiscando y reduciendo nuestra materia de trabajo. Ya no estamos en los años
veinte para que se repita de nueva cuenta la historia, y aunque todavía a los
telefonistas nos falta mucho por recorrer y aprender, sin embargo contamos con
la experiencia acumulada de más de 15 años que nos ha legado el movimiento
obrero mexicano y con nuestro pasado inmediato, tan rico en experiencias
político-laborales.
Propuestas mínimas de lucha
De
las consideraciones anteriormente expuestas se desprenden las siguientes
tareas:
1. La reducción de la jornada a seis
horas.
2.
La
implantación de mayores ratos de descanso durante la jornada
3.
La
jubilación a los 25 años de trabajo sin límite de edad
4.
Aumentos
salariales acordes con los incrementos de productividad.
5.
El
rechazo a la reducción de personal y a los reacomodos.
6.
La
difusión de todos los prouectos de modernización que afecten a tráfico
7.
Por
una capacitación integral a las operadoras en las nuevas tecnologías.
8.
La
participación de las operadoras en la investigación, diseño, dimensionamiento,
programación y operación de las nuevas tecnologías.
9.
La
abolición del régimen carcelario de trabajo.
10. Por la apertura de nuevos
servicios para tráfico derivados de la modernización.
11. Por la simplificación de los
turnos.
12. Por la definición conjunta
Telmex/operadoras de una nueva organización del trabajo.
13. Por la abolición de todo control
automatizado o semiautomatizado sobre la operadora.
14. Por la reducción sustancial de la
supervisión humana.
15. Por la participación de las
operadoras en la definición de sus condiciones de trabajo.
16. Por el reconocimiento de las
enfermedades profesionales y la prevención de las que generan las nuevas
tecnologías.
17. Por el rescate de la materia de
trabajo sustraída por el personal de confianza, la Dirección General de
Telecomunicaciones (la telefonía rural) y otras instituciones.
Apéndice
Las
propuestas actuales de Telmex para la modernización del trabajo en el
Departamento de Tráfico podemos resumirlas de esta forma:
a) La regularización de la materia
de trabajo.
b)
La
creación de nuevos servicios que pueden ser desarrollados a partir de la
tecnología actual.
c)
La
automatización del 01, 02, 04, 05, rutas y tarifas, el uso del teclado
alfanumérico y de posiciones de nueva tecnología.
d)
La
descentralización y reconcentración del tráfico local, nocturno, nacional e
internacional, lo que propicia a su vez la relocalización de las operadoras en
el Área Metropolitana y a nivel nacional
e)
El
cierre de la contratación de operadoras de nuevo ingreso.
f) La liquidación de las operadoras
sobrantes después de haberse agotado los medios anteriores (aproximadamente 9
mil).
Con
la automatización así propuesta, Telmex asoma los dientes sin tapujos. Hace
recaer en las operadoras plenamente el costo social de este cambio.
¿Regularizará por completo la materia de trabajo como se encontraba hasta antes
del sismo, o bien sólo aquellas funciones para las cuales no existe por el
momento mecanismo automático alguno que las absorba? En segundo lugar, ¿acaso
ya exploró todos los servicios posibles de crear con el grado actual de
automatización o únicamente pone en marcha aquellos que en otros países han
confirmado su rentabilidad?
Las
operadoras deben cerciorarse de que la regularización de las funciones
planteadas por la empresa sean todas con la que contaban anteriormente; de
igual forma, deben ganar los espacios necesarios para participar en la
definición de los nuevos servicios a implantarse. Para ello, no es suficiente
con la formación de una comisión que centralice estas tareas, sino además y
principalmente la participación de todo Tráfico en el debate de estos asuntos.
Las
propuestas sobre automatización hoy se diferencian de las planteadas en el
PIMES por cuanto agregan el uso del teclado alfanumérico, de posiciones de
nueva tecnología y la puesta en marcha de la descentralización y reconcentración
del tráfico nocturno, local, nacional e internacional, lo que revoluciona casi
por completo su proceso de trabajo.
Por
tanto, ha llegado la hora en que las operadoras mismas definan de manera
precisa una propuesta alternativa y viable sobre el cambio tecnológico que
defienda lo hasta hoy ganado. Hoy es un asunto práctico disputar a la empresa
la redefinición de la organización del trabajo, de confrontar propuestas
específicas sobre la forma y el modo de trabajo, sobre la manera en cómo abrir
nuevos, variados y rentables servicios cuya supervivencia evite la liquidación
de las operadoras; sobre la manera más adecuada del empleo que reportan las
facilidades de la modernización para acabar con el régimen carcelario que las
ha oprimido durante tantos años; sobre la definición de sus condiciones de
trabajo, su capacitación, la prevención de los riesgos profesionales, etc.
Todas
las propuestas hechas anteriormente sobre la modernización adquieren un
significado práctico y de hecho son la plataforma de lucha de este período, no
sólo para las operadoras sino también para el conjunto del sindicato. De ellas,
adquieren una importancia primordial la reducción de la jornada de trabajo y la
lucha por la concesión de los nuevos servicios derivados de la comunicación integrada.
Asociadas con todas aquellas tareas que impiden la reducción o sustracción de
la materia de trabajo tales como la reducción sustancial del personal de
confianza y el rescate de las labores sustraídas, estos son los dos ejes de
acción que distinguen por completo las dos concepciones sobre la modernización
(la de la empresa y la de la base telefonista), particularmente en tráfico.
La
empresa para nada toca estos puntos y condiciona el recorte de personal a
proposiciones que de antemano se sabe son insuficientes para absorber toda la
mano de obra. Nosotros planteamos: ¡practíquese una reducción sustancial de la jornada, dispútense al Estado los
nuevos servicios; ábrase la participación a las operadoras sin burocratismos
para que definan conjuntamente con Telmex todos los pasos graduales de la
automatización y sus efectos, y veremos si de esta manera acaso sobran
operadoras por emplear! Tal es la diferencia principal.[10]
MOVIMIENTO DEMOCRÁTICO TELEFONISTA
Marzo de 1989
[1] Dicho Programa fue diseñado por
Teléfonos de México en 1987 y tenía como propósito general mejorar el servicio
de manera sustantiva, pero en realidad fue una iniciativa para poner a la
empresa en mejores condiciones para su posterior venta en 1990. Las cifras las
consideramos relativas por la manera tendenciosa de Telmex en el manejo de los
datos, aunque no por ello dejan de revelar el creciente automatismo en este
sector.
[2] Las referencias de este capítulo
fueron tomadas de Telmex. Manual de la
Operadora y Manual de la Auxiliar de
Jefe y Encargadas. 1984
[3] Se llama así al sistema de
trabajo que simplifica hasta el extremo el modo de trabajo del obrero para
hacerlo más productivo. Se apoya en la determinación de los tiempos mínimos de
operación, en el modo más simple y efectivo de realización de las labores, en
el empleo de los instrumentos de trabajo mejores y más eficaces y en la
eliminación de los ratos de descanso, por citar sus características más
relevantes.
[4]
Denominan posición al puesto de trabajo que ocupa la operadora frente al
conmutador.
[5]
Subrayados míos.
[6] Para una lectura más detallada
al respecto, véase Támez, Silvia. Coloquio sobre Salud y Seguridad en el
Trabajo en México. DEP, FE/UNAM. Octubre de 1984 y Cruz, César. Condiciones de trabajo en la industria
telefónica. Tesis de Licenciatura. FE/UNAM, 1984.
[7] Los contenedores fueron
instalaciones temporales que instaló Telmex poco después de los sismos de 1985
para que laborara un pequeño fragmento de operadoras.
[8] Durante varios meses posteriores
al sismo de 1985 no sólo se instalaron temporalmente los contenedores en las
instalaciones de Telmex, sino además, una gran cantidad de operadoras se
mantenía deambulando frente a las instalaciones del Sindicato, mientras que la empresa
aprovechaba con creces la situación para automatizar su proceso laboral.
[9] Recientemente [marzo de 1989],
la empresa anunció la computarización de las funciones del Departamento de
Oficinistas de tráfico, dejando entrever la posibilidad de la reducción de su
escalafón.
[10]
Imágenes de El Fisgón, Magú y Telmex. Revista Voces. Ideas y collage de Poncho Coyote
Excelente publicación compañero! Una duda, la imagen de la caricatura donde hablan de "sistema carcelario de trabajo" de dónde es la referencia? Gracias de antemano por responder. SALUDOS
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