Por Jorge Zambrano González
El pasado primero de mayo se evidenció la falta de solidaridad que nuestro gremio tiene para con otros que tienen problemas o protestan por sus condiciones laborales. En el desfile del Día del Trabajo que se organizó en Querétaro, los compañeros del SNTE, protestando contra la reforma educativa, decidieron enfrentar al Gobernador (uno de sus más conspicuos impulsores) pidiéndole aclaraciones y arrojándole las gorras y camisetas conmemorativas del desfile. Huyó el gober junto con su comitiva del templete y lo tomaron los compañeros del servicio de limpia del municipio que tienen encima la privatización del servicio con sus consecuencias laborales. Los compañeros del STUNAM, pertenecientes a la UNT, se quedaron a apoyarlos mientras que los telefonistas también huimos al pase de lista y a nuestras casas escurriendo el bulto de la solidaridad gremial.
No contento con ignorar las demandas de nuestros compañeros de clase, el
Secretario General de la sección decidió acudir a una conferencia de prensa
donde, junto a los líderes de la CTM, se desagravió al gobernador ahí presente,
injuriando a los trabajadores del SNTE que reclamaron y asegurándole lealtad al
Ejecutivo estatal. En este campeonato de besamanos, nuestro representante tuvo
el papel más obsequioso, haciendo letra muerta de la declaración de principios
de nuestros Estatutos.
Este comportamiento alejado de los movimientos sociales, sobre todo los
sindicales, ha permeado en la estructura sindical desde las alturas del Comité
Ejecutivo Nacional donde a lo más que llegamos es a alguna marcha en protesta
por los desparecidos de Ayotzinapa pero sin darle seguimiento a ese movimiento
que continúa su lucha. En cambio, dejamos morir solos a los compañeros de la
Compañía de Luz y Fuerza y de Mexicana de Aviación cuando liquidaron sus
empresas, y eso que estos últimos pertenecían a la UNT. Tampoco hemos metido la
mano por los mineros de Pasta de Conchos, los petroleros de Coatzacoalcos y
mucho menos los maestros en rebeldía contra la reforma educativa.
Peor aún, la Suprema Corte acaba de emitir un dictamen en torno al
límite máximo del monto de las jubilaciones que nos afectará directamente en
cuanto la coyuntura permita a la clase política aplicarlo; este despropósito
debería de ser punta para una gran movilización nacional de sindicatos de todos
los colores, pero no hemos dicho esta boca es mía.
En cambio, cada revisión contractual vamos perdiendo terreno en las
conquistas del pasado, como ahora que debemos pagar el impuesto de una
prestación: el fondo de ahorro, que se le arrancó a la empresa por medio de
largas luchas.
Con este comportamiento del CEN, cada vez más vigilante de las
necesidades del patrón y menos de la de los trabajadores propios ni ajenos ¿Qué
tiene de extraño que en algunas localidades los representantes empiecen a
decantarse por una actitud de sindicalismo corporativo de adular a las
autoridades en vez de apoyar las luchas de nuestros compañeros de clase?
Con esa tendencia y como ya se ha empezado a vislumbrar, no sería raro
si en un futuro no muy lejano acabáramos afiliados a la CTM como cualquier
sindicato blanco.
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