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lunes, 17 de abril de 2017

Sobre la partición de Telmex





Separar en una empresa diferente a Telmex la red local y lo que denominan infraestructura pasiva (torres, postes, ductos, pozos, registros, estaciones, radiobases, sitios de transmisión “y los demás existentes”) implica partir en dos a Telmex. El Instituto Federal de Telecomunicaciones, brazo gubernamental de los grandes oligarcas de las telecomunicaciones en nuestro país, incluido el emporio de los Slim, impuso que esta nueva empresa se quede con los servicios mayoristas relacionados con dicha red local y la infraestructura pasiva.[1]
Pero hay otros servicios mayoristas que no están relacionados con la red local y los postes, ductos, pozos, etc. De estos, Telmex dice que el IFT decidió lo siguiente: “El resto de los servicios mayoristas serán prestados por una unidad de negocio en Telmex-Telnor distinta a la que presta los servicios de telecomunicaciones a usuarios finales.”[2]
Esta unidad de negocio puede ser un área dentro de Telmex-Telnor, una filial o una subsidiaria. En realidad el IFT no especifica.
Y la pregunta central sigue siendo la misma: ¿En realidad con esta imposición del IFT Telmex dejará de ser empresa dominante y el mercado se repartirá entre otras empresas en las que ninguna concentre más de la mitad? Y la respuesta también sigue siendo la misma: NO.
No, porque la separación es una medida organizacional y administrativa. Las otras medidas: facilitarle a las empresas competidoras el uso de la red de Telmex casi gratis y brindarles gratis la tecnología con que cuenta Telmex,[3] no va a provocar un cambio drástico en la estructura del mercado mexicano de las telecomunicaciones porque el problema central es de inversión.
¿Los usuarios preferirán irse con una empresa revendedora u otra de telecomunicaciones que no cuente ni con la tecnología ni con la infraestructura para garantizar la calidad del servicio que vende porque no está dispuesta a realizar las grandes inversiones de capital que demandan las telecomunicaciones? NO.
Solo con grandes inversiones de capital por parte de empresas como ATT, Telefónica, IZZI y Telmex misma es posible reconfigurar el mercado de telecomunicaciones. Pero la gran limitante de esto es que no es económicamente viable meterle tanto dinero a esto mientras tengamos un país con el 80%  de su población en condiciones de pobreza. Estas son las consecuencias de las políticas públicas de los gobiernos neoliberales de mantener una mano de obra baratísima, precarizada, como gancho para atraer capitales externos.
De esta suerte, lo que tendremos con las medidas del IFT será una destrucción gradual del mercado de telecomunicaciones, su achicamiento, y con ello una desindustrialización de la rama, pues para ninguna empresa resultará rentable invertir grandes masas de capital cuando la ganancia no está garantizada con este nuevo esquema regulador.
De momento,  de los 3,883 concesionarios y 1,197 permisionarios y autorizados existentes[4], los peces gordos sacarán jugo de esta regulación, pero será producto de cómo quede negociado el saqueo a Telmex-Telnor. Y después de esto, el debilitamiento de las telecomunicaciones.
Las dos decisiones administrativas y organizacionales le benefician a Telmex-Telnor: la separación de la red local y la pasiva en una nueva empresa, más una nueva división que se lleve el mercado mayorista, disminuirán el peso de los Activos Totales, bajarán los costos y también el pago de impuestos. Todo esto hará subir sus ganancias en plena tormenta regulatoria.
Los grandes perdedores, si lo permitimos, seremos los trabajadores, particularmente los de Telmex, pues constituye un gran golpe al contrato colectivo de trabajo, al partirse casi por la mitad. Esto le brindará la ocasión al patrón para tratar de afectar nuevamente las prestaciones. Al separar la red local y la infraestructura pasiva, los telefonistas que vayan a caer en esta nueva empresa entrarían en la incertidumbre de una negociación donde en el mejor de los casos sus derechos actuales quedan amparados, pero no así los de los trabajadores de nuevo ingreso. Como se ha visto, a estos últimos se les rasuran las principales prestaciones y los que ganan son los dueños del negocio.
La sola partición debilita el contrato colectivo de trabajo. Y con el vetusto líder, sumiso a los intereses de la familia Slim, la negociación para preservar sus derechos ahora en la nueva empresa se convierte en una gran oportunidad para los dueños de Telmex de reducir los costos a expensas del telefonista.
Pero los telefonistas que se queden en Telmex-Telnor también salen perjudicados porque reducida su plantilla casi a la mitad, se debilitará su fuerza de acción y de negociación. Divide y vencerás.
Todas estas razones no dejan lugar a dudas: los trabajadores sindicalizados que componen todo el sindicato de telefonistas debemos impedir la fractura de Telmex, porque equivale a impedir la fractura de nuestro contrato colectivo de trabajo y de nuestra fuerza.
Nosotros afirmamos categóricamente que no es necesario partir en dos o tres empresas a Telmex para que se cumplan los requisitos del IFT en torno a la dominancia y por lo tanto, no es necesario tampoco afectar nuestro contrato colectivo de trabajo.
Como se presentan las cosas, el golpe a nuestro contrato colectivo viene tanto de parte del gobierno federal a través del IFT como de los mismos dueños de Telmex, y no dudamos que estén acomodando las piezas para que más adelante le autoricen a Telmex la transmisión de señales de TV a través de esa nueva empresa producto de la partición o mediante una filial, en caso de que impidamos la fractura de Telmex.
Hernández Juárez ha establecido un plan de movilización, hasta llegar a la huelga, aunque esto último nunca lo ha llevado a cabo. Las 4 huelgas de 1978, 1979 (2) y 1980 fueron decisión de la base; él estuvo en contra de las cuatro huelgas, aunque ya se sabe el caminito de aceptar nuevas empresas con contratos colectivos precarios o incluso con contratos de protección, aunque eso sí, cobrando las cuotas sindicales.
Hoy, como en otras ocasiones, es nuestro deber la defensa del CCT que nos heredaron otras generaciones de telefonistas; que lucharon, se sacrificaron,  fueron a huelgas, algunos fueron encarcelados, otros fueron despedidos y hoy no gozan de jubilación, y aun así no se rindieron por conseguir mejores condiciones de vida para las generaciones futuras. No tenemos derecho a defraudar a esos compañeros, ni a nosotros, ni a los que vienen después de nosotros.



[1] Instituto Federal de Telecomunicaciones. Cuarta Sesión Extraordinaria de 2017. Versión pública del Acuerdo P/IFT/EXT/270217/119.Art. 65, p. 1,093. México.
[2] Telmex. Comunicado a la BMV del 8 de marzo de 2017.
[3] Medidas comprendidas en el oscuro lenguaje del IFT y bautizadas como principio de equivalencia de insumos, replicabilidad técnica y replicabilidad económica.
[4] IFT (2017), p. 1,167

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