Por Miguel Ángel Lara
Sánchez
El salario promedio
de un telefonista activo bajo el contrato Telmex/STRM anda rondando los $570.00
diarios nominales. Considerando las prestaciones, es poco mayor de $910.00
diarios, pero quitándole un 32% por pago de impuestos, es de alrededor de
$620.00. Esta cantidad nos debe alcanzar para comer, vestir, para vivienda,
para la educación, la cultura, las actividades deportivas y para las
recreativas de toda la familia. Todo, como dice la Constitución, para
satisfacer normalmente nuestras necesidades.
Por ello, los
telefonistas, y sobre todo, las mujeres, que son las que por lo regular
administran el ingreso y el gasto familiares, hacemos magia con esos 620 pesos
para tratar de vivir de manera digna.
Sin embargo, con el
paso de los años hemos resentido el deterioro creciente de nuestro salario.
Hace unos 40 años se comía mejor, se vestía mejor, se vivía en casas más
amplias y confortables, y en general la recreación era de mejor calidad.
Pero llegaron los
años 80 y la economía se petrolizó; el presidente prestidigitador que se
convirtió en perro, López Portillo, nos dijo que nos preparáramos para
“administrar la abundancia”. Luego otro presidente, Salinas, nos dijo que ya habíamos escalado al “primer
mundo”; Zedillo nos cargó una deuda eterna para salvar a los banqueros y
finalmente los tres últimos presidentes nos hundieron en la peor crisis política
y social como no había ocurrido desde la masacre de 1968.
Como La
Bartola, esos 620 pesos deben estirarse y estirarse para que alcance.
Aunque en realidad ya alcanzan para menos. Hay que soportar los gasolinazos, la
devaluación del peso, la inflación real, las millonarias raterías de los
diputados, senadores y las de toda la alta burocracia: desde los directores de
secretarías, ministros de injusticia
hasta el presidente. En fin, hay que soportar esta pesada carga parasitaria
que forma todas las estructuras del Estado. Y de paso, también tenemos que
saciar los apetitos de los vividores sindicales. Todo con $620.00
Esto es lo que ocurre
al trabajador telefonista. Nuestra vida, como en los mayas, aztecas o toltecas,
es el inframundo. Sólo que en estas culturas los muertos eran quienes lo
habitaban; pero en el siglo XXI, son los trabajadores asalariados quienes
poblamos este submundo.
Distinto es aquél que
vive en el mundo que decían los ex presidentes. ¿Quiénes habitan el mundo de la
abundancia, del disfrute y la despreocupación por el pan de cada día? Los
Servitje, los Azcárraga, Hernández, Larrea, Slim, etc.
En ese otro mundo las
cosas son muy diferentes a las nuestras. Sabido es de todos que nuestro
principal patrón brinca del primero al segundo lugar entre los millonarios más
ricos. Veamos uno de los por qués.
Ya se empieza a
publicar en las revistas internacionales lo que ganaron en 2014.[1]
Carlos Slim ganó 3,500 millones de dólares, a pesar de los líos regulatorios en
que lo ha metido la lucha depredadora por el mercado de las telecomunicaciones
y a pesar de la caída de los precios del petróleo. Si los convertimos a pesos,[2]
habrá ganado 52 mil 255 millones de pesos en 2014, o
sea, $143 millones 164 mil 383 pesos diarios.
Si dividimos este ingreso diario entre
las 8 horas que comprenden una jornada normal de trabajo para poderla equiparar
con lo que gana un telefonista promedio en una de sus ocho horas de labor,
resulta que el Sr. Slim ganó 17 millones
895 mil 548 pesos por hora, mientras que el telefonista de salario medio
ganó apenas $77.50.
Comité Editorial: Jorge Zambrano González. (Querétaro, Qro.);
Arturo Figueroa Saucedo, (Hermosillo, Son.); Hugo Márquez Madrigal (Lagos de
Moreno, Jal.); Jesús Cuevas Ortiz, Melesio Ávalos Méndez, Miguel Ángel Lara
Sánchez, Pablo Ángel Lugo Colín, Ramón
E. Félix Vázquez, Rosa María Ortiz Camacho y C. Benito Méndez Castro (Sección
Matriz).
Correo de
la Asociación:
Los
artículos firmados no necesariamente reflejan la opinión del Comité
Editorial.
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En el mundo real una hora del salario de un
trabajador telefonista equivale a una comida corrida en los restaurantes
cercanos al edificio central de Telmex en la Colonia San Rafael sin lujos ni
disfrutes especiales. .Por el contrario, nuestro patrón alcanzaría a pagar 230,910
comidas corridas con lo que gana en una hora. O también podría comprar con esa
cantidad ocho departamentos en la Colonia San Rafael. La multa que a mediados
de enero de este año le impuso el IFT de 14.4 millones de pesos la pagaría con
lo que gana tan sólo en 48 minutos.
Con lo que percibe el
Sr. Slim en una hora se alcanzaría a pagar un salario diario a 255,286 obreros
que ganen el mínimo.
Pero existe una
pequeña gran diferencia. Lo que gana un telefonista al día es resultado de su trabajo, mientras que lo que gana el
Sr. Slim es resultado del trabajo de
otros, de sus trabajadores: telefonistas, mese-ras, albañiles,
electricistas, petroleros, terceros, etc. Es riqueza apropiada resultado de la
explotación del trabajo ajeno.
¿Bajo qué formas, métodos y
mecanismos? Es lo que trataremos en el siguiente número.
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