Por Jorge
Zambrano González
Hoy en día todos estamos endrogados. Personas, gobiernos y empresas
recurrimos al crédito con una asiduidad pasmosa que lo hace parecer común y
normal. Atrás quedaron los tiempos en que se vivía del salario diario y aún se
guardaba dinero para tener un ahorro, una inversión o acaso una diversión de
las costosas como los viajes. Como en los tiempos de las tiendas de raya
porfirianas, el fruto de nuestro trabajo futuro ya está cedido por los próximos
cuatro, cinco o hasta veinte años a las tarjetas de crédito, a los bancos, a
las financiadoras o a las “cajas de ahorro” que más bien son cajas de préstamo.
¿Por qué no podemos vivir como nuestros padres y abuelos de la justa
retribución de nuestro esfuerzo diario? ¿A qué se debe que una operación como
solicitar crédito que antaño se utilizaba sólo para grandes operaciones de
dinero, hoy sea tan recurrente y hasta necesaria para mantener un ritmo
aceptable de vida?
Una explicación nos la da el erudito Vincens Navarro, Asesor de la ONU y la OMS: “…la necesidad de
endeudarse de las familias (es) resultado del estancamiento o descenso de los
salarios.”
Pareciera una frase de perogrullo: No consigo suficiente lana, ergo pido
prestado. Pero no es tan sencillo. En tiempos ya idos se compraba cuando se
tenía y si no se tenía no se compraba. Si había alguna urgencia, para eso
estaba la familia o el Monte de Piedad. Hoy en cambio nos endrogamos para
conseguir auto nuevo o casi, laptop, celulares de vanguardia, procesadores de
juegos electrónicos, paquetes de vacaciones, ropa de marca y otras mercancías
que no son del cuadro básico, además de las deudas clásicas que son educación,
salud y vivienda. Los créditos ya no se dirigen a las necesidades de la
población sino a la capacidad de pago futuro. Dependiendo de la lana que ganes
o puedas conseguir, será lo que se te ofrezca. Y así para las clases populares
están los créditos de Elektra o Coppel, para los sectores medios las tarjetas
de crédito y para las clases privilegiadas igual pero sin límite de deuda.
Mas si todos optamos por vivir de prestado ¿quién jijos pone la lana
para tanto desarrapado? Recuperemos a Vincens y completemos la frase citada
arriba: “El elevado crecimiento del capital especulativo se genera en parte
como consecuencia de la escasa rentabilidad del capital productivo, resultado
de la escasa demanda causada por la disminución del salario. De ahí que el gran
crecimiento del capital financiero se deba a la necesidad de endeudarse de las
familias resultado del estancamiento o descenso de los salarios. Por otra
parte, la baja rentabilidad del capital productivo es lo que genera el
crecimiento de la inversión financiera especulativa.”
Así las cosas, la cadena que va
abriendo la brecha entre magnates y trabajadores se genera con la menor
capacidad del salario que conduce a menos ventas que conduce a desplazar el
capital productivo al financiero, lo que conduce a ofrecer más créditos, que
nos lleva a hipotecar nuestras futuras ganancias lo cual hace más ricos a los
ricos y más pobres a los pobres.
Un ejemplo muy burdo sería que Grupo Carso contiene el aumento salarial
en Telmex porque la empresa no genera las ganancias de antes; mejor invierte el
dinero en ofrecer créditos para autos por medio de Inbursa, lo que si le deja
pingües ganancias. A su vez, el telefonista no tiene suficiente sueldo para
ahorrar y comprarse un auto nuevo, recurre a Crediauto de Inbursa; eso le va a
salir más caro que comprándolo al contado e hipoteca su futuro sueldo. Así no
puede ahorrar, de modo que cuando necesite otro auto nuevo, deberá recurrir a
Crediauto de Inbursa, pagando los respectivos intereses.
Todo esto de apretarse el cinturón y contener los salarios empezó con el
gobierno de López Portillo, pero se volvió norma en los subsecuentes gobiernos
noeliberales.
Por todo eso podemos creerle al articulista José Blanco cuando dice que
“La base de la crisis actual está en el conflicto capital-trabajo, y debe
enfatizarse que el capital ha estado ganando la lucha de clases diariamente,
creando la crisis financiera, económica y social que se conoce como Gran Recesión”
Y como dice Vincens, “Por mucho que se intente silenciar, la lucha de
clases continua siendo, como bien dijo Karl Marx, el motor de la historia
Fibra Sindical. Órgano de La Asociación Mexicana de Trabajadores
Activos, Jubilados y Pensionados 22 de abril, A.C., afiliada a la Nueva Central de Trabajadores. Comité
Editorial: Jorge Zambrano González. (Querétaro, Qro.); Arturo Figueroa
Saucedo, (Hermosillo, Son.); Hugo Márquez Madrigal (Lagos de Moreno, Jal.);
Jesús Cuevas Ortiz, Melesio Ávalos Méndez, Miguel Ángel Lara Sánchez, Pablo
Ángel Lugo Colín, Ramón E. Félix
Vázquez, Rosa María Ortiz Camacho y C. Benito Méndez Castro (Sección Matriz).
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Los
artículos firmados no necesariamente reflejan la opinión del Comité
Editorial.
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Navarro Vincens. Citado por José Blanco en: El lado oscuro de la
desigualdad y la crisis. La Jornada. Martes 2 de febrero 2016, Pág 14