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miércoles, 29 de julio de 2015

JUBILARSE: ¿QUIÉN DIJO MIEDO?



Por Jorge Zambrano González


   La decisión de jubilarse es personalísima. Así lo manifiesta un manual que hace algunos años, la empresa daba a sus empleados de recursos humanos. La Ley Federal de Trabajo lo respalda. No es para menos. Retirarse del trabajo cotidiano no puede ser otra cosa que una decisión de cada uno. Cada quien sabe qué planes tiene para su vejez, si tiene proyectos productivos o de auxilio familiar o simplemente de descanso; si ya sufre con la rutina diaria, si le pesa cada vez más la tensión laboral o tener que enfrentarse diariamente al tráfico de las horas pico, a los gritos del jefe o a los insistentes y reclamos de los representantes sindicales.
   En esa óptica no caben los acuerdos de convención  ni los arreglos del secretario general con la patronal. No son custodios de nuestra vida en la tercera edad sino sólo de nuestras actividades laborales. Cuando uno ya cumplió con la empresa, la empresa tiene que cumplir con uno. No hay de otra.
   La preocupación del Comité Ejecutivo del sindicato por la creciente disminución de agremiados tiene más de una solución. Mantener por más tiempo a los que ya estamos laborando es la más cobarde porque implica amedrentar con castigos mafiosos a quienes no la comparten, mientras que desdeña las otras opciones más benéficas al sindicato y en general a la clase obrera. Estas propuestas serían ensanchar la base con nuevos miembros haciendo más poderoso al sindicato y permitiendo que más personas gocen de unas condiciones laborales por arriba de la mayoría de los trabajadores. Otras pasarían por recuperar el trabajo que realizan los terceros. Así el personal que labora en Radio Móvil Dipsa (Telcel), Red Uno (Uninet), Tecmarketing, FYCSA, distintas empresas cableras y de atención a quejas, pasarían a ser personal de Telmex y de nuestro Contrato Colectivo, así como los de Limsa pasarían a ser de CTBR con su contrato.

  Pero claro, eso implica diseñar unas tácticas y una estrategia de confrontación con la lógica de gastar menos de la empresa, un choque de fuerzas que tal vez ocupe el derecho a huelga u otros medios de presión hacia los intereses del patrón, en lugar del cómodo sometimiento de los agremiados. Empero, si el CEN y demás representantes  no nos consultan, tampoco tienen por qué amarrarnos a sus decisiones.
   Si ya tienes planes de jubilación, no dejes que te los alteren. Acude tu mismo a dejar tu solicitud a la empresa. La ley te protege. ¿Quién dijo miedo? '

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