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miércoles, 31 de enero de 2018

Expropiar y renacionalizar las telecomunicaciones

Fibra Sindical No. 15
a grandes males, grandes remedios




Cerró el año 2017 y la suerte de Teléfonos de México, S.A. aún no está definida, por lo menos para los trabajadores telefonistas. Bajo la dirección de los actuales dueños, queda poco de aquella empresa que existía en 1989, cuando era la responsable principal de mantener las telecomunicaciones en todo el país.
Primero, bajo la presión de los tiburones internacionales de las telecomunicaciones y de la oleada neoliberal, el mercado mexicano de este sector se fragmentó a mediados de los años 90 del siglo anterior, dando entrada a las grandes corporaciones como la Telefónica Española, a Televisa y otras tantas empresas tanto en la comunicación celular como la local e internacional. Es en estos años cuando a través de Red Uno y Uninet le quitan al STRM la materia de trabajo más importante que tiene que ver con la comunicación de datos y los modernos servicios digitales.
Después, en un tercer momento, el Grupo Carso a principios de este siglo separa la telefonía celular de Telmex en una empresa diferente: América Móvil. Posteriormente, en 2007 desprende la telefonía internacional de Telmex y se la lleva a una empresa distinta.
Luego, ya en esta década, Telmex pasa a ser una filial de América Móvil y continúa llevándose trozos importantes de los bienes de Telmex. A los bienes raíces y el parque vehicular, se suma el desprendimiento de otros elementos de la infraestructura de telecomunicaciones que pasan a manos de la empresa RESA.
Y durante todo este período debemos agregar la notable pérdida de materia de trabajo del Sindicato de Telefonistas a manos de las empresas contratistas y subcontratistas, por lo que la afectación a los trabajadores telefonistas es notable.
Es así como llegamos a principios de 2017, cuando se anuncia el golpe más reciente a nuestra materia de trabajo: la partición de Telmex en dos empresas bajo la llamada separación funcional de la planta externa anunciada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones y promovida no solo por los televisos y compañía, sino también auspiciada por los dueños de Grupo Carso, es decir, nuestros patrones, según revelaciones del Secretario General a mediados de 2017.
Como podemos ver, lejos estamos del compromiso asumido por los dueños de Telmex cuando se privatizó la empresa, en el sentido de que se iban a respetar los derechos laborales de los telefonistas, en aquel llamado “Convenio de Concertación”. El derecho laboral más importante es nuestra materia de trabajo, porque de ella depende todo: nuestro empleo, las prestaciones, el sindicato mismo, etc., y justo este derecho es el que se ha venido cercenando hasta casi reducirlo a su mínima expresión.
Esto es lo que sucede con Grupo Carso. Pero si vemos al resto de las empresas del ramo, la lucha entre los grandes tiburones ha producido una especie de parasitismo, pues Televisa, Telefónica y las restantes empresas se caracterizan por buscar la ganancia fácil, es decir, presionan al gobierno federal para fijar altas tarifas, eludiendo el compromiso de dedicar grandes cantidades de capital de imversión para desarrollar las telecomunicaciones y buscando el uso gratuito de la infraestructura de Telmex. El Ifetel, la entidad gubernamental que se supone debe encargarse de procurar el desarrollo en el sector, es presa de los intereses mezquinos de estas empresas; se ha convertido en el mazo de las telefónicas para golpearse entre sí y para minar los derechos laborales de los trabajadores de las telecomunicaciones, incluidos los telefonistas.
Bajo los términos de la separación y de los candados fijados en el Título de Concesión, el sector de las telecomunicaciones está condenado al atraso y la mediocridad, pues en aras de favorecer a las empresas creadas después de 1990, le quita el dinamismo y lo sustituye por la rapacidad y la depredación. Está demostrado, pues, que en estos 27 años de privatización, los principales beneficiados han sido los grandes capitales que monopolizan las telecomuni-caciones en nuestro país.
Bajo las riendas del capital privado, las telecomunicaciones en nuestro país han producido supermillonarios a costa de mantener tarifas muy elevadas, de pisotear los derechos laborales y de empobrecer no solo a los trabajadores sino también al sector mismo de telecomunicaciones con el aumento escandaloso del contratismo y el subcontratismo.
Y frente a este nuevo intento por partir a Telmex y perjudicar de nueva cuenta tanto a los telefonistas como al propio desarrollo económico del país, se hace necesario que este sector tan importante se le quite de las manos al capital privado, se le expropie, y se vuelvan a nacionalizar las telecomunicaciones, donde los trabajadores jueguen un papel fundamental en la conducción de los destinos de este sector.


LOS TELEFONISTAS NO QUEREMOS UN PAÍS MILITARIZADO. RECHAZAMOS LA LEY DE SEGURIDAD INTERIOR

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